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Hernández, arquero de Alumni, neutraliza un avance de Talleres. Fue considerado la figura de la cancha |
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Escribe: Juan Manuel Gorno
Para un equipo que perdía y perdía en el campeonato, un punto de local ante Talleres a veces se mira con cariño. Y quizás esta lógica de Perogrullo sea el motivo de las sonrisas y el cántico del hincha de Alumni tras el pitazo final en Plaza Ocampo.
El 1 a 1, después de ir perdiendo desde el arranque y ser superado en gran parte por el rival, significó un respiro para el conjunto conducido por Miguel Angel López, quien anoche tuvo su regreso oficial a la entidad en la “Placita” y sumó su primer punto, aunque sabe que deberá seguir apuntalando a una formación cargada de errores.
En realidad, juega mal Alumni, tiene problemas de variantes ofensivas, falencias en la salida desde el fondo, falta de precisión para tocar corto y algunas desconcentraciones imperdonables. Y esto se percibió durante un mayor porcentaje del duelo ante la “T”, pero el equipo villamariense no cedió en su sacrificio, aprovechó la falta de eficacia del rival y se lo empató con el corazón, algo que provocó la algarabía de los simpatizantes fortineros.
Fue demasiado premio, es cierto, pero en los números, lo que vale es la eficacia y Talleres no supo aferrarse a ella para noquearlo.
Con un gol en el inicio mismo del partido (escapada y centro de Claudio Riaño y definición de Sáez) y un penal a favor antes de los 15 minutos, el equipo cordobés buscó plasmar una clara supremacía en el primer tiempo, donde la estructura defensiva que armó el “Zurdo” López se desmoronó rápido y no fue suficiente para frenar los avances de Gabriel Carabajal por la derecha y, sobre todo, de Ramiro Pereyra por el medio.
Talleres era una tromba con toques y gambetas que incomodaban y desordenaban a los volantes centrales de Alumni y, en los últimos metros, tiraban por la borda el esfuerzo de los defensores. Sin embargo, Riaño mandó su tiro penal al travesaño y afuera. Y después, el propio delantero perdió el duelo personal ante Sebastián Hernández, como así también Guillermo Cosaro, de cabeza y frente al portero, se lo perdió increíblemente.
Esas posibilidades nítidas de gol que desperdició la “T” le dieron vida al elenco fortinero, que apenas había generado algo mediante un par de centros cruzados y sin destino. Entonces, sobre el cierre del primer tiempo, el local casi le hace pagar los platos rotos al equipo de Bianco cuando Diego Manicero, tras una pared con Federico Silvestre, no alcanzó a definir por encima de Michael Etulain.
Precisamente, Silvestre, con sus errores y virtudes, intentaba ser el armador de Alumni, pero sin generar demasiadas sociedades. En lo demás, salvo alguna corrida de Manicero, el equipo abusó de pelotazos para salir de atrás y no sostuvo nunca una posesión interesante.
Algo quiso modificar el “Zurdo” con el ingreso de Matías Bollatti en el segundo tiempo, pero lo más importante pasó por Hernández, quien si bien se equivocó cada vez que salió con pelotazos erráticos, clausuró el arco con un par de intervenciones claves que lo transformaron en la figura.
Concretamente, el arquero atrapó un cabezazo de Walter Ledesma, se quedó con un remate de Sáez y tapó un mano a mano tremendo ante Carabajal. También Sáez había desperdiciado otra chance tras una gran maniobra de Riaño… Demasiado pecado para Talleres, ya que Alumni, aún jugando mal, siguió a tiro del empate y lo consiguió, precisamente, después de un tiro libre.
A los 23’, la ejecución con comba de Manicero cayó sobre el área y Silvestre se elevó para mandar la pelota a la red y despertar como nunca a todo el pueblo fortinero.
Al grito de “Aluuumni”, los hinchas mantuvieron la esperanza y le dieron ánimo a sus jugadores, que no dejaron de ser combativos y se aferraron al empate porque así también lo entendía el “Zurdo”, que sacó a Manicero para ubicar a Sergio Zanabria (volante central) y ganar el duelo en el medio, ante los incansables Diego Erroz y Emiliano Gianunzio.
Talleres, con el ingreso de Lucas Farías, se acercó a lo que pudo ser una victoria justa, pero volvió a fallar en la puntada final y terminó envuelto en sus propios problemas, esos que traslada también su público por el peso que lleva no estar entre los mejores de la zona.
Alumni respiró con el silbatazo de cierre y, aunque no hubo tanto desborde en el festejo, su gente entendió que siempre es bueno un punto antes que nada, como lo venía acostumbrando el equipo.
Antes que nada, había que superar el mal momento. Y quizás ese punto, logrado con esfuerzo, sirva para asomar la cabeza después de tanto masticar bronca en el pozo.
La figura
El arquero Sebastián Hernández apareció en los momentos más complicados de Alumni y sostuvo la esperanza para luego empatar el encuentro. En Talleres, el desequilibrio de Ramiro Pereyra fue lo más interesante. También se destacó Gianunzio.
El árbitro
El marplatense Federico Presa alternó buenas y malas. Acertó en el penal sobre Pereyra, pero dejó dudas en un penal de Cosaro, en el primer tiempo. Le faltó autoridad para expulsar ante los agravios verbales de Erroz primero y de Riggio después.
Alumni 1
Hernández 7
Céliz 5
Lencinas 4
Rosales 5
Yocca 5
Caler 5
Silvestre 6
Fa. Depetris 5
Reina 4
Manicero 5
Gómez 5
DT: Miguel A. López
Takkeres 1
Etulain 5
Romat 5
Pomba 5
Ledesma 5
Carabajal 5
Gianunzio 6
Erroz 6
Cosaro 5
Perayra 6
Sáez 5
Riaño 5
DT: José M. Bianco
Goles: 1’ PT Sáez (T), 23’ ST Silvestre (A).
Cambios: Inicio ST Bollatti x Reina (A)., 12’ ST Riggio x Yocca (A), 30’ ST Zanabria x Manicero (A) y Farías x Riaño (T), 43’ ST A. Díaz x Pereyra (T),
Amonestados: Yocca, Riggio, Gómez (A), Sáez, Erroz (T).
Incidencia: 15’ PT Riaño (T) desvió un penal.
Jugado en: Plaza Ocampo.
Arbitro: Federico Presa (Mar del Plata).
Público: 4.400 personas.
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