Escribe:
Juan José Coronell
Lo hago extensivo a todas las madres…
La vida, los días, los nueve meses. Las dudas, las certezas, la orilla de vos, mi orilla que sos vos y ahí siempre llego cuando siento que me ahogan. La vida, los días, queriendo volver más a menudo, queriendo trasnochar con mis recuerdos que me llevan a vos. A tus manos, a tu figura, a tu presencia. Siempre ahí, siempre acá, siempre donde debías y debes estar.
Tu sombra, tu luz, la que me das, la que nos diste. Tu forma de llorar, de reír, de criar, de volar y dejarnos tomar el mismo vuelo. Porque sabíamos que ibas a estar ahí, que más allá de que necesitamos hacerlo, tu sombra nos protege. Nos cuida, nos abriga.
Nos abriga en este mundo que era de ensueño y ahora, a medida que crecemos, a veces no se deja soñar. Nunca quisiste apresarnos ni cortarnos las alas, siempre dejaste que el sueño lo soñemos, que el aire lo volemos, aunque vos estabas cerca para hacerlo más fácil. Para guiarnos, entendiendo qué era lo que tenías que hacer, pero sin decir cómo. Sin revelar esa fórmula secreta que te hace ser todas en una y un poco de todas las de tu especie.
Y acá estoy yo escribiendo. Una vez más. Mis manos te escriben y lo hacen con facilidad porque se acuerdan de las primeras manos que tocaron, de las primeras que aferraron cuando no era nadie. O cuando ya comenzaba a ser mucho para vos.
Vos, que me enseñaste cómo era vivir y que no te olvidas de darme cátedra en esas cosas. Vos que siempre peleaste por nosotros sin importar consecuencias. Vos, que merecés esto y muchísimo más. Porque no me alcanzaría, para agradecerte, la vida entera. Vida que viviste a mi lado, vida que vivís pendiente de lo que yo haga, de las veces que me duela o me alegre. Vida.
Vida que me diste. Por esa sola razón ya vale que te agradezca. Porque lo hermoso cuesta. Cuesta toda una vida y por eso me animo a descubrirla o vivirla. Para tratar de aprender cómo se llega a ser alguien como vos. Para ver si puedo espiar la receta que diga cuáles son las cosas que se juntan para llegar a lo que sos.
Y es por eso que vuelvo y siempre lo haré. Es por eso que me voy para extrañarte y regresar. Inconsciente o lleno de conciencia, siempre lo hago. Para recordar, para verte, para disfrutarte, para tomar de la mano a vos. La madre que me la tomó en un principio.
Madre. Mamá. Vieja. Cualquiera de esas formas es aceptable. No es la intención escribirte con cosas rebuscadas, sino lo más simple. Como vos. La más simple de todas las madres que conlleva algo muy complejo. Y es ser justamente como vos. Porque si bien todos tienen o tuvieron una madre, ninguna es ni fue como vos.
Gracias por todo y por lo que no entra en una simple página…
TE AMO… A MAS NO PODER.
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