Faltan pocos días para las elecciones nacionales que decidirán la fórmula de presidente y vice que conducirá los próximos cuatro años políticos del país, acto trascendente que consolidará la democracia argentina.
En el sistema presidencialista que nos rige desde los albores de la institucionalización de la Patria, conquistar estos cargos representa obtener una parte del Poder desde el cual se pueden hacer buenas o malas políticas, favorables o perjudiciales para el pueblo en su conjunto.
Después de la purga de las primarias, el arco opositor que va de derecha a derecha (no es un error, es una definición ideológica) no logra equilibrar propuestas, despertar inquietudes, ocasionar algún interés en el electorado. Ninguno puede descontar la abismal distancia que sacó la candidata Cristina Fernández, oscilante entre 35 y 40 puntos.
Se comprende: no es fácil ser opositor de un gobierno respaldado popularmente. La oposición debiera encontrar un eje por donde atravesar sus propuestas, pero esa tarea sería solamente posible si tuvieran proyectos y principios que estuvieran a la altura para competir con la gestión de los últimos ocho años de Gobierno.
Casi no hay campaña oficial, la campaña se hizo sola, andando, como el camino del poeta. Todo lo hecho no necesita prensa, los beneficiarios saben, sienten, disfrutan y defienden de los beneficios de una gestión que nunca ha tomado una sola medida en contra del pueblo y este elige todos los días pero ratifica su apoyo en las elecciones.
Elige todos los días cuando ya no se traga las burdas estocadas mediáticas a las que nos tienen acostumbrados los monopólicos armadores de agenda. Ni digiere, más bien todo lo contrario, las inservibles publicidades que les prepararon a la oposición, publicistas acostumbrados a vender jabones y peines.
El Partido Solidario, que apoya desde su independencia orgánica y su autonomía ideológica las candidaturas del Frente para la Victoria, representadas por Cristina y Boudou, luego de haber participado en los comicios provinciales y comunales con candidatos propios, considera necesaria explicitar su posición: estamos dentro de un proceso de transformaciones profundas, en el marco de la construcción de la Patria Grande Latinoamericana que soñaron nuestros próceres. Y tal vez debamos entender que la oposición no está para semejante desafío, no está a la altura de las circunstancias. Como ocurre casi calcado en todos los países que hacen punta en estos vientos de cambios democráticos y populares (Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Nicaragua, ahora Perú, etcétera).
Las revoluciones “crecen desde el pie” diría el gran Zitarrosa, y desde allí todo es construir para arriba, con el apoyo cada vez más multitudinario de los actores sociales sin los cuales ningún cambio es posible. Las elecciones del domingo ratificarán este proceso abierto el 25 de mayo por Néstor Kirchner y continuado con inteligencia y valentía sin igual por Cristina Fernández.
Lamentamos que partidos tradicionales de fuerte raigambre democrática, pero que han fracasado cada vez que les tocó la responsabilidad de gobernar, se queden afuera de este proceso por seguir ideológicamente identificados con sistemas sustentados en políticas liberales, excluyentes, sectarias y represivas. Sus compañeros de la oposición están del mismo lado.
Para el Partido Solidario, soplan buenos vientos en esta primavera, que a su paso despejan la ruta y dejan la huella marcada para los que deciden seguir en la construcción de una Argentina que, nos esperanzamos, ya nunca perderá la dignidad. Para eso sirven las elecciones, para ratificar las aspiraciones, las necesidades y los derechos de quienes se sienten bien conducidos, ideológicamente representados y políticamente seguros.
Por todo lo hecho y por todo lo que resta por hacer siguiendo el mismo camino, el 23 de octubre el Partido Solidario llama a votar a Cristina presidenta, Boudou vicepresidente.

Reyes Martínez
Dirección Departamental
Gral. San Martín