Lava a mano. Hace pan y empanadas. Le gusta mucho hacer la comida, aunque “mis hijos mucho no me dejan”.
Saliendo de una neumonía que la tuvo a maltraer, el pasado 12 de octubre cumplió nada menos que 101 años. Y luce espléndida para su edad.
Justa de Rodríguez recibe a EL DIARIO junto a dos de sus catorce hijos, Rosa y Roberto, en la vivienda de calle Intendente Peña al 700 de Villa María.
“La verdad, quisiera vivir más años”, es lo primero que nos cuenta.
Nacida en Ballesteros, tuvo una infancia marcada por los infortunios. Su mamá falleció en el parto y entonces la crió la prima de su progenitora, que también terminó muriendo. Entonces quedó con el padrastro y la mujer de él.
“Mi infancia fue muy triste. A mí no me querían. Cuando uno es huérfano, no es querido”, afirmó.
Tuvo dos hermanos (una mujer y un varón) y ella fue la más chica de los tres.
De Ballesteros se fue a vivir a Río Primero. “Ya de grande vine a Villa María”, indicó.
A los 17 años se casó y con el hombre de su vida tuvo catorce hijos (cinco mujeres y nueve varones), entre los que se cuentan mellizos.
“Siempre estuvo en el campo. Juntaba maíz, cortaba ladrillos. Se levantaba a las 3 de la mañana a hacer el pan y se iba al campo”, resaltó su hija Rosa.
Los avatares de la infancia y la adolescencia la privaron de ir a la escuela, por lo que no sabe leer.
Actualmente mira los noticieros en televisión y eso la mantiene informada y actualizada. Desde su modo de ver, “el país está mejor” y le gusta “la presidenta que tenemos”.
“Lo mejor que me pasó en la vida son mis hijos. Y tengo 35 nietos, 56 bisnietos y dos tataranietos”, confesó a EL DIARIO.
Sus hijos presentes en la nota la miran con orgullo y sentencian: “Es una muy buena madre, que jamás nos ha tratado mal”. Hizo lo contrario a lo que padeció ella. Y allí está, hermosa a los 101.