Lo leía desde antes, pero lo comencé a tratar como docente universitario cuando, a partir de 1987, fui uno de sus alumnos en las aulas del Inescer, entonces sede a distancia de la Universidad Nacional de Rosario. Allí era profesor adjunto en una cátedra cuya titularidad ejercía Daniel Musitano, quien fuera decano de la Facultad de Humanidades y Artes de la mencionada Universidad.
Bernardino, o simplemente "Dino" Calvo, era un apasionado por la historia que sabía transmitirnos el entusiasmo por el conocimiento del pasado para entender el presente. Un docente de voz clara, exigente para con el desempeño de los estudiantes y que no temía abrir el debate animándonos a una discusión profunda de diferentes acontecimientos y procesos de la historia argentina. En todo momento quedaba claro que sus posiciones estaban erigidas a partir de la formación académica, pero sin dejar de lado el compromiso social. En sus clases se discutía de política, se analizaban ideologías y no sólo corrientes historiográficas. De últimas se estudiaban éstas tratando de entender los contextos políticos que les habían dado origen.
Por aquellos años tuvimos la suerte de que nos acompañara a diferentes eventos en los que participaron importantes intelectuales, por ejemplo, el encuentro de comunicadores realizado en Las Varillas. Recuerdo que Calvo, generoso, no establecía una gran distancia con los alumnos, al contrario nos sumaba a sus mesas de café donde se discutían tanto temas históricos como de la vibrante actualidad de esos años. Su potente voz demandaba el punto de vista de los jóvenes, luego refería autores, exponía su punto de vista, citaba documentos, establecía relaciones y volvía a requerir la visión de los interlocutores. "El Dino", como le decíamos, desarrolló una dilatada actividad periodística, fue dirigente de organizaciones de comunicadores, ejerció la docencia y aportó, de manera muy importante, a la historia local, regional e incluso escribió acerca de temas nacionales. También, de manera reiterada, fue perseguido por dictaduras de nuestro país y de España sufriendo la cárcel en más de una oportunidad. Seguramente todo esto será relevado con mayor precisión en los homenajes que se le brinden cuando se cumplen diez años de su desaparición física. Aquí he querido recordar al docente que tuve la suerte de conocer en plena actividad, el mismo que cito tantas veces en las páginas de este diario cuando me remito a alguno de sus muchos escritos. Esos libros o artículos en los cuales la preocupación por mencionar claramente las fuentes de los datos revela la seriedad de su trabajo. Será por eso que si bien hace diez años que se fue, lo seguiremos leyendo por mucho tiempo e intentando aprender de todo lo que aportó a la ciudad.

Jesús Chirino