El enfoque de este espacio anual a lo largo de más de dos décadas nos impone ubicarnos en el tiempo y el espacio de lo que se trata.
Más allá de los aspectos técnicos y específicos, cae de maduro que abordar su indiscutible valor como un bien social implica profundizar la importancia que reviste en la vida de la gente.
No otra cosa debe entenderse en la filosofía de la convivencia que no sea propugnar por la tranquilidad de la gente y la preservación de sus bienes, de sus actividades y pertenencias, de su propia vida, al igual que la responsabilidad de los actos o incidencias de su accionar.
Para ello existe, desde tiempos inmemoriales, el SEGURO, que no es un mero contrato entre el demandante de su cobertura, el asegurado, y el asegurador a través de un documento llamado póliza.
Hablar sólo de ese contrato es mezquino porque el mismo contempla las condiciones bajo las cuales se conviene la contraprestación del pago de la prima. Lo importante es el valor del cumplimiento de quienes asumen los respectivos compromisos.
Dignificar el compromiso es la ley suprema, transformando una transacción económica y formal en una realidad ética, en el más cabal sentido de su significado: la distinción de valorar lo bueno, lo correcto y la conducta en el justo sentido.
Coordinación periodística: Héctor Cavagliato
Coproducción: EL DIARIO – RADIOPRENSATV
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