Bariloche. Invierno de 1948. En medio del lago Nahuel Huapi, la isla Huemul surge de las aguas como el lomo de un dinosaurio escarpado. Y en esa isla, trabajando en un hangar secreto bajo los pinos como fuera de este mundo, una isla más: el doctor Ronald Richter, científico del Tercer Reich fugado de la Alemania Nazi y traído al país por Juan Domingo Perón. ¿La idea del presidente? Conseguir la tan ansiada “fusión atómica controlada” que por aquel entonces buscaban (y aún buscan) las principales potencias del planeta. O lo que es lo mismo, conseguir un magma descomunal de energía generando las condiciones de un “pequeño sol” adentro de un reactor. ¿Para qué buscaba Perón semejante adelanto? Es algo que tal vez nunca se sabrá. Los norteamericanos, sin embargo, no dudaban en la respuesta: “Perón está detrás de la bomba atómica con la ayuda de sus amigos nazis a quienes da refugio en su país. Si la consigue, puede significar el inicio un nuevo Reich en Latinoamérica”; el mismo silogismo que años después aplicarían a Cuba como una posible Unión Soviética del Caribe. Como quiera que sea, Richter trabajaba en la consecución de agua pesada y a los dos años le dice a Perón que sus resultados son exitosos. El general hace anuncios internacionales, pero Richter no le muestra nada. Se dice que había empezado a desvariar, a ver espías por todas partes, a enloquecer. Pasaron otros dos años y otra vez, nada. Entonces Perón envía una comisión investigadora al mando del físico José Antonio Balseiro, quien al llegar informa no sólo la falta de resultados, sino que Richter está completamente loco y que lo mejor será terminar con el proyecto. Perón le hace caso. Igual le da una casa y una pensión a Richter, que morirá en Viedma en 1991. Tres años después y por iniciativa del propio Balseiro, con las ruinas tecnológicas de la Isla Huemul se creará un instituto de investigación científica de excelencia, que crece día a día. Por eso hace bien el documental en plantear “el fracaso o el éxito de la Misión Richter”.
Si hoy Argentina es un país exportador de físicos al mundo entero, mucho tiene que ver la visión (o la megalomanía, dirán otros) de un presidente y el talento de un hombre que, enloquecido o no, vivió para la ciencia.

Huemul “made in” UNVM

Un día, mientras editaba imágenes, a Eric Muzart le trajeron un “regalito”; le dijeron: “Acá tenés 5 entrevistas y muchas imágenes de campo; tenés que ponerles guión y editarlas en formato documental. Unos 20 minutos que sirvan para televisión”. Y el joven estudiante de la carrera de Diseño puso manos a la obra. En un año editó las notas, generó pequeñas animaciones y le dio unidad al trabajo de campo que un año atrás había realizado en Bariloche su colega Claus Miller.
“Tuve que hacer el proceso inverso de una película: no escribí un guión para luego filmarlo sino que ya había cosas filmadas a las cuales les di un guión y una estructura”, comenta Eric. “El proyecto del vídeo había surgido unos años atrás de parte de Claus, que tenía contactos en Bariloche. Y a través de ese contacto realiza las entrevistas con personas que participaron en la génesis del proyecto Huemul y que incluso trabajaron al lado de Richter; personas que hoy en día están relacionadas con lo que hoy derivó el proyecto Huemul, es decir el Instituto Balseiro y el Centro Atómico de Bariloche.”
¿Había otros materiales audiovisuales sobre el Proyecto Huemul?
-Solamente un documental norteamericano con una postura muy extrema respecto a la relación de Argentina con Alemania. Ese documental plantea que los argentinos somos, fuimos y seremos pro nazis. Respecto al registro visual, sólo había algunas pocas fotografías oficiales, lo que demuestra la naturaleza secreta del proyecto. También que Richter no permitía que la gente se entrara o registrara lo que él y su equipo estaban haciendo. Pero no encontramos ningún vídeo hecho en Argentina.
Tanto en el documental norteamericano como en el vídeo de ustedes, aparece un entrevistado común, el ingeniero italiano Mario Della Janna…
-Sí. Mario trabajó al lado de Richter y su visión es muy distinta a la de quienes hoy son docentes del Balseiro o forman parte de la Comisión Nacional de Energía Atómica. El defiende a Richter bajo todo punto de vista en sus conclusiones. Se habían hecho muy amigos…
Y ya que Eric habló de “conclusiones”, vale la pena despedirse de este artículo con el balance final de los entrevistados.
Un profesor del Balseiro (el doctor José Rolando Granada) señala que “ese fracaso del proyecto Huemul fue notablemente utilizado para alcanzar lo que hoy es un éxito, este instituto”. Daniel Pereyra, miembro del Centro Atómico Bariloche, opina que “lo que hubo fueron visionarios, el primero de todos, Perón, que apoyó este proyecto. Y luego los presidentes que lo sostuvieron a través de los años. Lo que demuestra que con continuidad las cosas se pueden realizar en Argentina”. La frase final queda a cargo de un octogenario y emocionado Della Jana: “Si no hubiera sido por Richter, nadie viene a trabajar en ciencia acá. Todos los instrumentos que dejó sirvieron para crear el Balseiro. No hay que despreciarlo a Richter, aunque sólo sea por todo eso.”
Iván Wielikosielek
Especial para la UNVM