Las extraordinarias obras del artista discurren a lo largo y ancho de la ciudad. Un recorrido para redescubrir las maravillas del eximio pintor, máximo emblema del arte local
En la plenitud de barrio Santa Ana, una calle lleva su nombre. Es lo mínimo que Villa María podía hacer por él. Fernando Bonfiglioli (1893-1962), ilustre pintor brasileño que hizo de la vera del Ctalamochita su verdadero hogar, trazó a base de pincel las obras artísticas más sobresalientes de nuestra ciudad. Su legado se dispersa en varios puntos del mapa. Vale la pena salir a conocerlos.
El recorrido que sigue sus huellas se inicia en la Catedral Inmaculada Concepción. Aquí residen sus trabajos elementales. Los mismos están ubicados a lo largo y ancho del templo, como los que coronan la cúpula, de frescos abundantes en referencias religiosas y matices cielo. Detalles en dorado que embellecen frases bíblicas, dejan al descubierto el talento del autor, así como su ferviente amor por Dios.
No obstante, las producciones más importantes del artista residen en los extremos de los cruceros, bien cerca del púlpito. Son dos murales (los más grandes de la provincia) de exquisito desarrollo, que relatan diferentes pasajes del libro sagrado de los católicos. Uno refiere al Sagrado Corazón de Jesús, el otro a María Auxiliadora. Cada uno demandó un año de labores. En el fondo de las naves laterales también se puede apreciar la mano del nacido en San Pablo. En ese sentido, sobresale la recreación del Bautismo de Jesús en el Río Jordán.
Aquellos aires místicos también sobreviven en la Parroquia La Santísima Trinidad (General Paz, entre Jujuy y bulevar Vélez Sarsfield), donde Bonfiglioli desplegó labores a tono con las de la Catedral. De diseño exclusivo, son potenciadas por el ambiente que le otorga esta iglesia construida por la Orden Trinitaria en 1939.
Continuando con el tour, arribamos a la sede de la Asociación Española. El edificio de calle Mitre alberga una de las joyas favoritas de Don Fernando: las pinturas del ex Cine Alhambra. Estas recrean la Andalucía nazarí, de fuerte influencia islámica, que el pintor representó de manera sublime. Al igual que sus otras obras, fueron realizadas “al temple”, una técnica pictórica basada en la utilización de clara de huevo y tintas naturales.
La estela dejada por Bonfiglioli, también se puede apreciar en otras pinturas destacables, como las realizadas en el ex Cine Sud, de calle Corrientes. Orgullo villamariense, cinco de ellas reposan en los muros de lo que hoy es una tienda de artículos para el hogar, mientras que las tres restantes (dos murales y un friso superior) no están a la vista del público. En todas, el blanco es el que enmarca la escena, resaltando diseños de gran belleza e intenso contenido épico. Muchísimo menor en cuanto a tamaño y protagonismo, un fresco decora los ventanales de la que fuera residencia del artista en estos pagos. Ubicada en calle Mendoza entre 25 de Mayo y Carlos Pellegrini, la vivienda supone una parada significativa del recorrido.
Por último, la llegada al Museo Fernando Bonfiglioli, con domicilio en la Universidad Popular (San Martín y bulevar Sarmiento), constituye la oportunidad de admirar los cuadros del mayor exponente del arte villamariense. En total son 17 de sus pinturas, que retratan lugares de la ciudad y la región. La frutilla del postre, acervo que argumenta la esencia de la expresión “Bonfiglioli: el pintor que pintó su aldea”.
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