Escribe: Laura Tuyaret
Especial para EL DIARIO
Doscientos cincuenta realistas contra ciento veinticinco granaderos. Para las fuerzas colonialistas españolas, escopetas y dos cañones. Para las independentistas argentinas, y por orden de San Martín, sólo caballos y sables.
La estrategia del General había sido adelantarse y ocultar a sus granaderos en el Convento de San Carlos. Los realistas, que navegaban desde Montevideo por el Paraná, desembarcaron y se dirigieron hacia la iglesia a buscar los bienes de la zona. Fue entonces cuando las fuerzas de las Provincias Unidas del Río de La Plata, encabezadas por el mismísimo San Martín, sorprendieron a los españoles montados a caballo y con sable en mano.
Murieron 40 españoles y 16 revolucionarios independentistas. Fue ese 3 de febrero de 1813, en el Campo de la Gloria de San Lorenzo, donde se dio el bautismo de fuego del Regimiento de Granaderos a Caballo. Y fue ese suceso también el primer y único encuentro armado del General San Martín en suelo patrio.
Su página mejor
San Lorenzo hoy es una ciudad. Ubicado al sur de la provincia de Santa Fe y a orillas del Paraná, el Campo de la Gloria es un espacio de cuatro manzanas escondido en medio de la urbe. Lleno de símbolos que recuerdan la hazaña y victoria del General y sus granaderos, fue declarado Monumento Histórico Nacional. Recorrer este lugar es simplemente un pequeño homenaje que se le puede hacer al Padre de la Patria.
Se puede acceder por las barrancas a la vera del río Paraná, las mismas por las que los realistas españoles decidían lanzarse, atemorizados por la bravura de sus contrincantes.
Allí, nueve enormes prismas de concreto evocan el origen y el nombre de los granaderos que cayeron durante el enfrentamiento. Eran de Francia, Uruguay, Chile; y de las provincias de Santiago del Estero, Corrientes, Córdoba, La Rioja, San Luis y Buenos Aires. Es imposible no recordar en ese lugar al heroico Cabral, el soldado correntino que se hizo inmortal por dar su vida en esta batalla al socorrer a San Martín. Dieciséis mástiles con banderas argentinas que ondean eternamente recuerdan a cada uno de los que murieron en esta batalla. Sus varas terminan en una punta de lanza, en memoria de los lanceros de la primera línea de las compañías.
De espaldas al río y mirando hacia el Convento de San Carlos, dos espigadas alas simbolizan a las dos tropas en que se dividieron los granaderos para sorprender a los realistas. Allí mismo, una llama que nunca se apaga es la muestra del homenaje eterno de los argentinos a los héroes que murieron por la Independencia.
La historia tras los muros
“Los beneficios del Convento de San Carlos están demasiado grabados en mi corazón, para que ni el tiempo ni la distancia puedan borrarlos. A esos virtuosos religiosos, mi reconocimiento será tan eterno como mi existencia”, supo escribir San Martín antes de abandonar el lugar. Este Convento, allí donde permanecieron ocultos los granaderos de San Martín para sorprender a los realistas, se conserva hoy casi en su estado original. En su interior hay un museo dedicado a la batalla.
A su lado se alza el Pino Histórico, uno de los árboles plantados en la huerta de los franciscanos. Debajo de su sombra, el General escribió el parte con los detalles del combate de San Lorenzo. “El valor e intrepidez que ha manifestado la oficialidad y tropa de mi mando los hace acreedores a los respetos de la Patria”, concluyó en su escrito.
Tal como lo expresó el General, en el Campo de la Gloria no se puede sentir menos que eso: respeto. Se respira no sólo el sudor de aquellos granaderos y la victoria que alcanzaron en la primera guerra por la independencia argentina, la primera conquista en ese camino empinado hacia la libertad. Sino que también se puede sentir el valor de su líder, que con su cuerpo y alma, se expuso al fuego del enemigo hasta casi perder la vida por el sueño de una Patria.
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