El 31 de octubre de 1986, Fernando Cabezón tomó la decisión de cerrar el comercio que por décadas había sido el lugar elegido por villamarienses y vecinos de la región. No lo hizo porque las cosas fueran mal, sino porque "fue un visionario", explicó Marta Pérez y Nelvi Romano, dos ex empleadas que impulsan la fiesta del reencuentro.
La Casa Cabezón fue fundada por el padre de Fernando, José, un inmigrante español que comenzó trabajando como cadete en un comercio de telas de Buenos Aires. Llegó al país con sólo 15 años y empezó a escribir su historia personal, la de su familia y la de parte de la ciudad.
Al cumplirse los 25 años del cierre del lugar, los empleados organizan un reencuentro para rememorar las anécdotas (ver recuadro en esta página).
La ocasión, fue propicia para hablar de las vivencias de tantos años.
Marta y Nelvi, con un álbum de fotos bajo el brazo, empezaron a contar las historias del lugar de trabajo.
"Todavía hoy, cuando voy a una mercería y veo que cortan mal la cinta y pienso: ‘Qué diría Don Cabezón’ ", dice, en referencia a José, el fundador de la Casa Cabezón, quien les "enseñó a trabajar", según refirieron.
Nelvi, por su parte, recuerda que una condición esencial de los trabajadores del lugar era dar prioridad al cliente. "Hace poco en una zapatería le dije a la chica que me atendió -no muy bien, por cierto-, que donde yo trabajaba, eso era motivo de despido", recordó.
Y si bien reconocen que Don José, como lo llaman, era estricto y estaba permanentemente atento a los sucesos del negocio, rescatan que siempre fue considerado, respetuoso y cumplidor de las obligaciones patronales.
"Jamás tenías un problema. No sabés la seguridad que te da saber que el último día hábil de cada mes, cobrabas sí o sí tu sueldo", recordó Marta. "Y jamás te negaba nada, te ofrecía plata si tenías algún familiar enfermo y te decía que te tomés todos los días que necesitabas", agregó Nelvi.
Casa Cabezón vendía de todo. Había artículos de librería, bazar, telas, mercería, zapatos, sombreros, ropa de trabajo y hasta ajuares completos para la novia.
"Nosotros teníamos un premio que llamaban ‘fru’, que era una especie de jugosa comisión para cuando vendías algo que era del año pasado o pasado de moda. Se identificaban esas prendas con una etiqueta rosa", recordaron.
Cuando venía una pareja de novios a comprar un ajuar y elegían todo con la etiqueta rosa, festejaban pensando en el "fru".
Marta comenzó a trabajar con apenas 15 años (ver recuadro) y permaneció en el local hasta el cierre. Dada su corta edad, recuerda que, tal como estaba establecido en la época, a los menores hasta 18 años, en lugar de hacerle aportes jubilatorios, le hacían aportes en una caja de ahorro. "Como estudiaba, con esa plata me fui al viaje de fin de curso a Uruguay", recordó.
Las anécdotas estaban a la orden del día. Marta recuerda que le encantaba toda la ropa que vendían. Así que un día, se vistió con las mejores galas y posó cual maniquí, quedándose un tiempo en la vidriera.
En otra oportunidad, se metió en un canasto del depósito para asustar al primero que llegaba. Cuando sintió los pasos, saltó del escondite pero el susto fue mutuo, dado que el que ingresaba no era otro que Don Cabezón. "Cuenta que, para no reírse delante de nosotros, se fue aparte, tentado. Por eso siempre llamaba a mi mamá o a mi hermana para contarle lo que hacía".
Nelvi recordó que en el Mundial Juvenil del ‘80, se fueron a festejar a la calle en horario laboral. "Justo pasó una chata y nos subimos, pero dio la vuelta manzana pasando nuevamente por el negocio, donde estaba parado en la puerta Don Cabezón. Nos bajamos y si bien no nos dijo nada, nos fulminó con la mirada", recordó.
El cierre les provocó un nudo en la garganta a todos. Habían llegado a ser más de 30 empleados y ahora, todo terminaba.
Cada uno cobró su indemnización completa y siguieron sus caminos.
Hoy, recuerdan con felicidad esa parte de su vida laboral y por eso, organizan un reencuentro para brindar por aquellos años. Bien se lo merecen.

El festejo

El 4 de noviembre, los ex empleados de Casa Cabezón se reunirán en una cena que se llevará a cabo en el club Sport, a partir de las 22.
Las organizadoras invitaron personalmente a los que aún tienen contacto o bien, a los que conocen la dirección.
Sin embargo, aún resta convocar a personas que fueron trabajadoras del lugar o que estuvieron relacionadas directamente, por lo que las ex empleadas piden a los interesados que aún no fueron contactados, que se comuniquen a los siguientes teléfonos para reservar el lugar:
0353-4522002 (Nelvi Romano)
0353-154018757 (Marta Pérez)
0353-4523663 (Luisa Rosell)