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El vehículo en el que viajaba Margara, sobre la banquina, después del impacto |
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Carlos Margara, villamariense de 33 años y empleado de la empresa local La Marchesina SRL, salvó milagrosamente su vida ayer a la madrugada, sobre la ruta 158, un par de kilómetros antes de arribar a la ciudad de San Francisco, donde trabaja en la sucursal de la firma.
Margara viajaba en un utilitario Volkswagen Saveiro, patente HRY 971, cuando se encontró en plena ruta con al menos cinco caballos, de los cuales consiguió esquivar a tres, pero terminó impactando de frente contra otros dos. De nada le sirvió frenar. La oscuridad reinante en el sector le jugó en contra y el impacto fue inevitable.
Afortunadamente, el hombre llevaba el cinturón de seguridad puesto y tuvo la lucidez de reaccionar velozmente para acomodar su cuerpo dentro del habitáculo, lo que le valió algunos golpes y un corte, pero ninguna herida seria.
Vehículo destrozado
No corrió igual suerte el vehículo en el que circulaba, cuya parte alta quedó completamente destrozada en virtud del impacto.
Es que los equinos, que murieron como consecuencia del choque, pasaron por arriba del rodado y arrastraron en su “vuelo” la cúpula del utilitario.
“Tuve mucha suerte, es de no creerlo”, dijo ayer Margara a EL DIARIO en conversación telefónica, minutos antes de ingresar al consultorio del traumatólogo que le iba a practicar unos estudios, en la ciudad de San Francisco.
“Solo sufrí un corte en la ceja (arriba del arco superciliar izquierdo) y unos golpes en la espalda”, contó el villamariense y agregó que “afortunadamente alcancé a frenar y la chata se ‘clavó’. Alcancé a agacharme y meterme entre el vidrio y un parante, y por eso no me maté; porque los caballos me arrancaron el techo completo”, explicó el trabajador.
Margara señaló, además, que “antes había esquivado ya unos cinco o seis caballos, y un auto que venía detrás mío también consiguió esquivar tres o cuatro. ¡Un verdadero peligro! Me gustaría decirle a los dueños de los animales que los cuiden, porque pueden causar una tragedia y arruinar no sólo la vida de una o dos personas, sino la de toda una familia”, concluyó el hombre accidentado, quien agradeció a la empresa para la cual trabaja por el trato que le dispensaron.
Un problema frecuente
Según manifestaron vecinos del sector, el de los equinos sueltos sobre la carretera es un problema que, si bien no se repite sostenidamente, es más frecuente de lo deseable.
Aparentemente, el mantenimiento de la ruta en las inmediaciones es bastante deficiente y la banquina se llena de yuyos altos. Y los propietarios de los caballos sueltan los animales para que vayan a comer, provocando de esta manera una amenaza latente para los vehículos que circulan, sobre todo de noche.
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