Señor director:
El secretario de Gobierno de la Municipalidad, Rafael Sachetto, realizó en su diario la efectista comparación de una mujer que por algún motivo decide no tener un hijo (pudo haber sido violada, por citar sólo un ejemplo) con Cristian Moschitari. Sí, compara a quien con aval médico toma una decisión en favor de su salud física y psíquica, con el peor asesino de la historia reciente de nuestra ciudad. El peor femicida, para usar términos recomendables.
Se convierte así en el Carlos Corach de Eduardo Accastello, es decir, el que vomita presuntas verdades sobre los demás; es más, se convierte en el rabino Sergio Bergman de Accastello, a no ser que los cirios que chupa pertenecen a otra iglesia.
Si quisiera retribuirle con la misma moneda, le diría que su iglesia y sus sacerdotes quieren preservar a los chicos para otros menesteres un tanto menesterosos, a punto tal que el Papa finalmente dobló sus rodillas para pedir perdón al mundo y a la humanidad, por tanta pedofilia fuera de control.
Pero no, ante los fundamentalistas debemos proceder con cordura e inteligencia, principalmente porque ellos se creen lo suficientemente inteligentes como para hacernos creer que acá no hay abortos cladestinos, que acá no se infectan mujeres cortadas a trincheta a falta de bisturí... puede ser que no haya parteras escondidas en la manzana donde habita, pero que por favor alguien del Gabinete de los que conocen los barrios, qué se yo, José Escamilla por ejemplo, le indique cuatro o cinco lugares de esos en los que las chicas hacen fila. Es verdad que muchas se salvan y andan vivitas por ahí, Sachetto. Pero no me diga que no sería más saludable en una clínica, con anestesia suministrada por un anestesista... Porque si la decisión está tomada, se lo va a hacer igual, como hasta ahora, le guste a usted y a sus curas o no les guste.
Sea más digno, diga la verdad: no le importan un c... las mujeres ni los niños ni nada. Quiere quedar bien con Dios, nada más. No nos enrede con sus mensajes de ultratumba, no sea tan Corach ni tan Bergman.
Que el debate sea inteligente y no marketinero ni para la hinchada. El tema en cuestión lo requiere.
Y que su absolutismo registre que los que estamos a favor de la despenalización del aborto en algunos supuestos, no necesariamente estamos a favor del aborto.
Alberto Botta
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