Escribe
Jesús Chirino

Cuando le preguntamos acerca de Acosta Olmos no dice que “era terrible. El era el dueño de los terrenos. Venía él a trabajar y andaba trabajando todo el día. Tenía tres sirvientas. Venía en una casa rodante. Una le hacía la comida, otra le atendía la casa y otra andaba exclusivamente con él llevándole agua o alguna otra cosa. Hasta sabía llevarle el plato de comida cuando él andaba con los muchachos plantando plantas. Le gustaba la joda, los bailes, nosotros apenas vinimos hacíamos bailes y él venía. Sabía amanecerse bailando. Era terrible. Era correcto en cuestión de los negocios de él. No quería que nadie hiciera una casita así nomás sino que hicieran todo bien, de a poco y bien. Todo lo que le correspondía a él lo tenía alambrado”. Respecto a esto existen documentos en los cuáles Acosta Omo pedía permiso al municipio para alambrar diferentes sectores del barrio.
Don María Chirino, hermano del padre de quien firma esta nota, nos dice que en aquel tiempo “había dos o tres casas que no eran de él, salvo que las hubiera vendido muchos años antes. Una de esas casas era la de mi mamá y la otra era doña Margarita Quevedo. Mi mamá y Jorge le compró a Truco de Villa Carlos, él les vendió”.

Villa Venecia y Salsipuedes

María también recuerda que Acosta Olmos “había puesto un cartel porque a toda su parte le había puesto Villa Venecia (sic) y el otro sector se llamaba Salsipuedes. Entonces él tenía el cartel y había hecho una entrada de pinos, después cuando ya se fue él se hizo todo un solo barrio”.
Otra vecina de muchos años de residencia en el lugar, Emma de García, también recuerda ese cartel. Nos dice “…cruzaba la calle y decía Villa Venecia. El cartel era grande, hermoso, era todo como si fuera de aluminio. Estaba entre la calle Brandsen, donde vive Jorge Peralta”. Esta vecina también recuerda apellidos de sus primeros vecinos cercanos a la esquina Balcarce y Tucumán. Así es que nos habla de los “Fuente, los Oviedo, los Delgado. El segundo vecino que tuvimos fue Luciano que tenía verdulería, después un almacencito y después puso un bar. También vino un tal Arévalo y después fueron viniéndose todos los García”.
Otro vecino que recuerda el cartel es Jorge Vergnano. Nos dice: “Llegue al barrio San Martín más o menos en el año sesenta y cinco y viví en la calle Brandsen, en una casa de la familia Verea, un hombre que trabajaba en el ferrocarril, tenían un almacén muy lindo y muy grande. Mis padres le alquilaban a esta muy buena familia. Justo en la esquina estaba la entrada de lo que era el barrio Villa Venecia, me acuerdo del cartel y de los pinos, estaba en la Tucumán y Brandsen. Era un cartel, creo recordar vagamente que tenía la forma de un semicírculo donde se leía claramente que decía Villa Venecia. Era un cartel grande apoyado sobre dos postes, creo, grandes”.

En “la libertadora”

Regresando al testimonio de María Chirino, cuenta que una vez estaba afuera de su casa “… tomando mate con mi señora, era temprano, no eran las ocho de la mañana todavía. El -por Acosta Olmos- tenía una casilla rodante, era un colectivo hecho casa y venía de allá -señala el final de la calle Tucumán- era muy amigo con nosotros, se paró y dijo me voy a Córdoba. ¿se va a Córdoba? Le preguntamos sorprendidos, él había dicho que se iba la otra semana. ¿Cómo no saben, no han escuchado? Hay guerra. No, no sabemos nada. Sí, estalló la guerra en Córdoba, hay que ir a pelear. Me voy urgente. Y se fue a Córdoba nomás. Allí, llegando a Córdoba le habían agujereado el colectivo. Dos balazos tenía cerca de la mano, le habían cortado aquí -el antebrazo- y pasó nomás. Cargó las hijas en el auto, las armas que tenía, y salió a la calle a pelear. No le hicieron nada. El era militar. Eso fue por allá en el cincuenta y cinco, cuando estalló eso de Perón. Estuvo unos días y después volvió. Era audaz ese viejito”. Recordemos que en el año 1945, en el mes de setiembre, en la ciudad de Córdoba se inició una insurrección cívico-militar que dio inició a un proceso que derrocaría al presidente Juan Domingo Perón.
Los rebeldes al gobierno fueron apoyados por comandos civiles autodenominados “revolucionarios” que, en Alta Córdoba, combatieron contra tropas leales al Gobierno nacional.
También se combatió en las afuera de esa ciudad y frente al Cabildo.
El vecino del barrio San Martín que cuenta de la partida de Acosta Olmos no sabe de qué lado peleó ese hombre en Córdoba.