Escribe (extracto): Silvina Angiono
La Ley de Cupo superó las expectativas de las propias impulsoras de la norma y Argentina se convirtió, a 20 años de su sanción, en el país con mayor representación femenina de la región y uno de los pocos del mundo donde la máxima autoridad ejecutiva es ejercida por una mujer.
La sanción de la Ley de Cupo, que estableció un piso mínimo del 30% de participación femenina en las listas electorales -aprobada el 6 de noviembre de 1991- convirtió a la Argentina en el primer país de América Latina en aplicar un sistema de cuotas para garantizar la participación de las mujeres en el Congreso.
A 20 años de su sanción, la presencia femenina en el Parlamento nacional superó notablemente esa cifra establecida por ley y actualmente el 38,5% de las bancas son ocupadas por mujeres, lo cual convierte al Congreso en uno de los que tiene mayor presencia del género en la región.
Según el informe “Género en cifras: mujeres y hombres en la sociedad argentina” del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el ámbito del Congreso, los datos de 2009 indican que el Parlamento está entre las “cinco con mayor proporción de mujeres en el mundo, por delante de la mayoría de los países europeos”.
Por eso, la Ley de Cupo -apoyada por mujeres peronistas, radicales y de partidos de centroizquierda- no sólo tuvo un impacto simbólico, sino que permitió fortalecer el debate sobre la condición social de las mujeres y, en el Congreso, se convirtió en un importante desafío para las representantes del género.
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