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Uno de los actos de repudio al asesinato de Claudia Rodríguez |
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El sexólogo Eduardo Saurina emitió ante EL DIARIO su opinión por el reciente caso de femicidio ocurrido en nuestra ciudad, que segara la vida de Claudia Rodríguez a manos de su esposo en penosas circunstancias.
Al respecto, el médico cordobés, quien concurre semanalmente a atender en un centro de salud local, consideró que "nos falta educación de género y educación sexual. Desde la escuela primaria debemos comprender que todos los seres humanos somos iguales y tenemos que tener igualdad de oportunidades".
"Es imprescindible -remarcó- que las fuerzas de seguridad, tanto las de la Policía como las penitenciarias y otros agentes del Estado estudien la problemática del sexo y del género, para que cuando se tome una denuncia lo primero sea el respeto por la persona que tiene delante y en particular que respete a sus colegas mujeres de la fuerza."
"Educación ante todo, para revertir los signos de una sociedad violenta, donde padres agreden a docentes, madres abandonan a sus niños, adolescentes se pelean despiadadamente y se hace cada vez más común el consumo de drogas", enfatizó.
"Todo surge de una sociedad cada vez más intolerante -puso de relieve el sexólogo- donde los crímenes son cada vez más cruentos contra la pareja: las asesinan echándoles agua hirviendo, las rocían con alcohol, etcétera."
Atribuyó esta intolerancia a "un contacto cada vez menor entre los seres humanos. Vivimos cada vez más solos, eso lo veo en Córdoba donde la gente comparte su departamento exclusivamente con su mascota y las plantas. Además, hoy hay toda una industria que ayuda a vivir solo: las lavanderías automáticas, las rotiserías, Internet, etcétera".
En lo que respecta a la pareja, subrayó, "todo debe ser compartido y no debe haber decisiones unitarias".
En cuanto a cómo evitar el femicidio, opinó que "no alcanza con emitir leyes de protección que impongan una distancia del marido agresor hacia su víctima. Hay que establecer una protección integral de la mujer y de los hijos, porque en la práctica el Estado está ausente. Hay que ubicar a la familia en riesgo en una residencia transitoria, pero tampoco es positivo que se le impongan restricciones al esposo".
"Si se le impone a un hombre potencialmente violento que no se acerque a menos de 300 metros de su mujer, si se le obliga a pasarle su sueldo, no se hace más que disparar su agresividad", añadió.
Indagando en la psicología del femicida, Saurina sostiene que "el femicida generalmente está dispuesto a matar y luego suicidarse. Si alguien tiene en sus planes suicidarse no hay ley que lo frene, ya no le importan las consecuencias de sus actos. Por eso, las penas más severas no tienen mucho efecto".
Puso como ejemplo que en el caso de Cristian Moschitari (quien ultimó a su esposa y no escapó, sino que se quedó en las inmediaciones del lugar del hecho) "en ese momento él puede haber sentido que su vida había finalizado allí".
"El clic que hace que un varón se convierta en femicida es cuando ve que su realidad no se corresponde con el prototipo de hombre que le inculcaron sus padres y sus mayores. Ahí pierde totalmente la autoestima y se siente desplazado."
"En este caso como en muchos otros los hijos sufren un gran impacto, ya que además de perder a su mamá ven que tienen en su padre al homicida. Es muy doloroso para ellos", sentenció, y recordó el caso de Oriel Briant, en la provincia de Buenos Aires, en 1984. "He seguido mucho ese caso y lamentablemente sus hijos sufrieron graves consecuencias psicológicas. En general los hijos quedan marcados para toda la vida. Es imprescindible que los chicos de Claudia reciban un importante apoyo psicológico."
El especialista dijo que en las tres últimas décadas se produjo un cambio abrupto, que fue la integración de la mujer en la sociedad, con un notable cambio de protagonismo.
"Pasó del microclima del hogar, a tener un protagonismo mayúsculo, luego que lograra su autonomía económica, a partir de obtener un trabajo remunerado", dijo Saurina, para afirmar que "ya logró superar en muchas actividades al varón".
En Latinoamérica, agregó, "hay un alto componente de machismo, pero aún esto está cambiando, lo que se advierte, por ejemplo, en la elección de mujeres como presidentas de países, las cuales llegaron por su capacidad y no por ser las esposas de alguien".
En todo este proceso, "el varón fue quien más perdió, ya que la mujer no está desesperada como antes por mantener una pareja de manera permanente y, por otro lado, suele postergar su maternidad para cumplir antes sus objetivos profesionales".
"Todo cambio social trae consecuencias buenas y malas. Una de estas últimas es que la familia formal no es prioridad como antes", indicó el especialista, "lo cual ya se advierte con fuerza en Europa donde la población es más vieja y ya se expresa en Argentina en la cantidad de votantes: 28 millones sobre 40 millones de habitantes".
Antes esto, en algunos varones "no se toma conciencia del nuevo protagonismo social y se dan las condiciones para el femicidio, que es un homicidio agravado por el vínculo".
Otro cambio negativo para Saurina es "la exposición excesiva del cuerpo de la mujer en la televisión. Si la mujer quiere que se la respete por su capacidad, no puede valerse del exhibicionismo. Las luces de la televisión son terriblemente afrodisíacas, y los varones padres son de los que más miran los bailes del caño y todo eso".
Saurina también ha observado que "a pesar de que hoy las relaciones sexuales son mucho más libres que antaño, sin embargo ha aumentado la prostitución. Eso es porque las relaciones afectivas están rotas y las personas prefieren las relaciones simplemente biológicas. En Argentina, puede decirse que hay un boom de la prostitución. Yo he establecido que en la ciudad de Córdoba hay 965 prostíbulos y súmese en el interior a una o dos whiskerías por pueblo, más las ciudades, y calcúlese el extraordinario desarrollo de esa actividad, que entre otras cosas ayuda al aumento de las enfermedades de transmisión sexual".
A pesar de este cuadro oscuro que presenta la actualidad, Saurina se mostró optimista respecto del futuro: "Creo que con el tiempo, digamos unos 15 años, el femicidio tenderá a desaparecer, ya que el machismo está retrocediendo en las nuevas generaciones".
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