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Néstor Alessio (foto gentileza de Tito Valls/El Regional) |
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En estos días se nos fue “El hombre de la calle”, apelativo que se ganó en su función de notero, movilero, periodista idóneo, moviéndose de un lugar a otro de la ciudad en casos policiales y como conocedor profundo de temas relacionados con la Justicia.
Hoy, esa parte de la sociedad que conocía a ese humilde trabajador, de perfil bajo, entristece sus corazones porque ya no habrá un “hombre de la calle” que transite los Tribunales, las oficinas policiales. No se lo verá por las calles de la ciudad moviéndose con soltura y profesionalismo en momentos de cumplir su trabajo y en su vida personal. Hombre de la calle con valores y respeto hacia su prójimo, se nos fue a caminar las calles del cielo, empedradas de diamantes y rubíes, donde sus pies dejaron de dolerle porque ahora camina en una ciudad celestial.
Los cafés que frecuentaba extrañarán su presencia de horas, solo o acompañado, masticando, elaborando la noticia, la que tenía que dar en su trabajo, la que tenía que dar en su programa de varios años por la Radio Centro, donde cumplía su rol de periodista y de locutor por las noches, que se popularizó con el nombre de “Somos dos y no es poco”.
Néstor Alessio, “hombre de la calle”: no será fácil dejar de extrañarte para los que estábamos junto a vos por trabajo, compañerismo y amistad, por tus valores y respeto, por la dedicación y solvencia en tu trabajo y, en especial, tu programa, al que tu audiencia extrañará al no escuchar la variedad de temas con historia.
De esta última palabra, “historia”, rescato la que fuiste marcando con perseverancia, superando los malos ratos y disfrutando los muchísimos más buenos. Fuiste marcando historia en tu trayectoria plena.
Gracias doy a Dios el que un día te cruzó en mi camino porque, a pesar de conocernos de tantos años, el Señor me dio el tiempo justo para conocerte y hoy estar con mis lágrimas a flor de piel. Tengo confianza en que el “hombre de la calle” está transitando calles donde no hay dolor ni lamentos, donde sólo tendría buenas noticias para comunicar. Por esas calles sólo abunda el amor, el amor de Dios, que es el que te llevó.
Estas otras calles están tristes; el micrófono enmudeció, los corazones de los que te amamos están quebrantados.
No es un adiós, sino un ¡hasta pronto, amigo! Porque te fuiste a cubrir la nota de tu vida, de dedicación al periodismo y la locución.
Hasta el próximo contacto.
M. L.
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