Corrían los primeros días de noviembre de 2002 cuando juntos con algunos amigos decidimos adoptar un importante desafío para la ciudad en el plano de la salud. La tarea consistía en el intento de organizar una Organización No Gubernamental (ONG) que oficiara de concientizadora en la noble y significativa importancia que implica la donación de órganos. Un contexto donde uno nunca puede saber de qué lado del mostrador está. Hoy podemos ser donantes, pero mañana transformarnos en un paciente que precisa de un órgano para prolongar la vida.
Nos movimos. Encontramos en Córdoba una organización que llevaba varios años de experiencia en la temática. Entablamos una relación. Allí conocimos personas formidables, solidarias, dispuestas, fraternales, pero por sobre todo, con conciencia en el área dónde comenzábamos a incursionar. En esa conexión hubo decenas de nombres, citar a todos se nos vuelve imposible, pero no podemos dejar de señalar a Sonia Maranzana de Giai, que como presidente nos acompañó en este propósito. Así pasaron 9 años de charlas en cualquier lugar donde se pudieren abrir las expectativas con cualquier persona sensible. En todo ese tiempo recorrimos desde escuelas hasta stands en diferentes eventos multitudinarios. Así es como miles de seres fueron de a poco, convenciéndose de lo trascendente en este aspecto. Donar órganos, una frase que puede sonar extremadamente simple, pero tan llena de vida, que se torna conmovedora en su esencia.
Nueve años donde además las vivencias nos entregaban amarguras, adversidades pero también la inexplicable emoción de saber que otro ser seguirá desandando la vida, gracias a uno que dejó el legado de prolongar su existencia en otros cuerpos.
Aquello que en principio sonaba a utopía se hizo realidad. La ONG estaba en marcha. Se había hecho posible. Y a los tropezones aprendimos de infinidad de personas e instituciones, una de ellas: ALPI, donde Rosa Cámpora a la cabeza de la misma nos marcó caminos; y nos nutrimos con la sabiduría del doctor Oscar "Cachi" Bauk, donde su profesionalismo -conocido mundialmente- se ensambla con una formidable faz humana; pero no fueron los únicos, se sumaron personalidades como Carlos Roncaglia, Dolly Pagani, Vilma Torasso, "Chiquita" Gagliesi, "Pirucha" Orpianesi, Pablo Gornitz, Guillermo Brero, Juan Chiantore y Héctor Cavagliato.
Y se integraron varios trasplantados como Lalo Aráoz y Rita; María Elena y Gastón Stefani (y familiares); Atilio Muñoz; Ceferino Gaido, el incansable Edgard Borri.
La colaboración que nos llegaba desde otros lados como las que nos hacían individualidades como Alberto Soratti, director del Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai); Martín Torres y su gente del Ente Coordinador de Ablación e Implantes de Córdoba (Ecodaic).
Sabemos que son cerca de 6.000 personas que están a la espera de un órgano. Padeciendo la incertidumbre. En nombre de ellos y de todos aquellos que pueden llegar a ser parte de esa lista, nos comprometemos a continuar trabajando sin claudicaciones. Concientizando. Apostando por la vida.
A la ciudad le decimos infinitamente gracias. A la ciudad y sus instituciones como la Municipalidad, el Concejo Deliberante y empresas que jamás dejaron de formalizar sus aportes. A clínicas y médicos. Al Hospital Pasteur.
No ignoramos que es largo y ríspido el camino. Pero ya no habrá marcha atrás. Seguiremos avanzando.
Cerramos con una frase de alguien que para nosotros se conformó casi en un ángel guardián, Gastón Stefani, quien definió en pocas palabras la inmensidad del desafío: “Es el órgano o nada”. Nunca dejará de ser el órgano para nosotros.
Nuevamente gracias mil.

Rubén Aguiar y Miguel Sponer
Fundación para la Ablación y Trasplante
(Fundayt)