Al igual que cuando contempla el Centro Vasco local, de calle Lisandro de la Torre, el ciudadano reconoce en el Chalé Sugasti las reminiscencias del estilo propio de Euskadi. Tierra lejana y romántica, cuya aura habita en Villa María a partir de la influencia de los inmigrantes venidos de aquel país. Ascendente que se manifiesta en construcciones que ellos mismos levantaron, como la que hoy nos toca abordar.
Ubicada en la esquina de avenida Sabattini y Catamarca, la casa refleja la solidez de la cultura vascongada. Lo dicen sus muros, su fachada inexpugnable. Destellos que sirven para comprender el talante de un pueblo férreo y tenaz como el que habita desde tiempos inmemoriales en tierras europeas.
Aunque cotidianamente el Chalé Sugasti es encasillado dentro del estilo mediterráneo, casi todo en el remite al típico caserío vasco. Aquello puede apreciarse, por ejemplo, en el tejado a dos aguas, los detalles en piedra (llamados “sillares” en la jerga de la arquitectura), la presencia de la madera, la decoración y forma de los arcos, la apariencia de la chimenea y la mampostería realizada en tonos grises de la planta superior, que se diferencia así del crema de los muros. Otros rasgos que dejan entrever la conexión con la arquitectura de la Euskal Herria rural, son la multiplicidad de habitaciones, la luminosidad de las mismas, el buen numero de aberturas (de dimensiones reducidas) y la ausencia de patios.
La vivienda fue erigida en 1930, época en la que la ciudad daba un salto trascendental en materia inmobiliaria. Alrededor del centro, empezaban a brotar las construcciones de aires modernistas, en las que la elegancia era un puntal. Producto del genio creador del artista italiano Dante Ortolani (quien también tuvo a su cargo obras como el Chalé Scopinaro, la Casa Parroquial y las fachadas del colegio San Antonio y de la capilla homónima), el chalet fue no obstante construido bajo la dirección del arquitecto Fernando Soldavini.
Sugasti, 100% vasco
Acaudalado empresario local, Emilio Sugasti mandó a construir su chalet con el pensamiento cargado de recuerdos del País Vasco. No es casualidad: venido del norte de la península ibérica, Sugasti estuvo involucrado desde muy joven con el movimiento euskaldun en la ciudad y la región. Esas convicciones lo llevaron a ser uno de los socios fundadores del Centro Vasco “Euzko Etxea”, allá por 1946.
Tal inclinación quedó tatuada de forma explicita en el negocio con el que este emprendedor se haría famoso en la zona. Lo llamó “Casa Aduriz - Tienda Los Vascos”. Como para que no queden dudas de su compromiso con el terruño.
Hoy, frente a las vías, la vieja casona irradia ese mismo sentido de pertenencia.
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