Señor director:
Tengo el agrado de dirigirme a usted y por su digno intermedio a quien corresponda, a los efectos de efectuar algunas aclaraciones en referencia a la nota publicada en página 55 de su matutino del día 27 de octubre de 2008.
Deseo se publiquen porque en ella no se efectúa una referencia objetiva e imparcial de las constancias judiciales, con motivo de las cuales se investiga el suceso acaecido en día 12 de julio del corriente año, en la ruta nacional número 34. La nota, para el lector que no conoce técnicamente un proceso como en mi caso, pareciera sugestivamente como si ya me hubieran condenado, como responsable del suceso. Y no es así.
La información según dice la nota, no ha sido relevada en forma directa, sino por medio de comentarios de otro medio periodístico, el que supongo también se valió de comentarios, porque en lo que respecta a mi persona, no se me permitió el acceso al proceso hasta mi declaración, en razón del secreto del sumario.
Quiero referir que es cierto que el lamentable suceso se produce en oportunidad que yo conducía el vehículo que refiere, no pude evitarlo y por ello sufrí también lesiones de gravedad no sólo físicas, sino en el alma. Quiero aclarar además que al haber fallecido en el lamentable suceso los choferes del colectivo, ellos no son sometidos a la investigación y jamás conoceremos su versión; sin embargo, no abusé de esa situación porque pese a que se me aconsejó abstenerme de declarar, ofrecí mi verdad de los hechos...
Fue un accidente. De manera alguna yo efectué una maniobra inapropiada como sugiere la nota. En el marco de esa investigación me sometí a pericias médicas de las que se demuestra que me encontraba en aptas condiciones para conducir. Digo esto porque también lo ha omitido vuestra fuente.
El seguro que tengo contratado, Federación Patronal, se ha encargado de tomar mi caso, por la cobertura que tengo asignada.
Tampoco la fuente les ha informado que hay más de cincuenta testimonios relevados y refieren en la nota sólo a dos, de los cuales “uno de ellos tendría sólo ocho años de edad...” Todos los otros, en cambio, hablan de la exagerada velocidad del colectivo por el retraso que traía, que el micro efectuó varios zig zag o movimiento previos al primer impacto contra mi vehículo, luego sienten otro tremendo impacto (la alcantarilla). Era de noche y en su mayoría los pasajeros venían durmiendo y el colectivo no contaba con medios de seguridad como cinturón o por lo menos no los traían puesto los pasajeros, sino se hubieran salvado.
Existen otros testigos que estando despiertos han afirmado que la maniobra de cambio de carril la produce el colectivo y, si no ¿por qué termina sobre mi banquina?
El lugar donde acontece está atestado de carteles que relevan los límites de velocidad, los que también respeté, no así el colectivo. Y no le quepa duda alguna que el impacto con mi camioneta no tenía posibilidad de producir tanto daño al vehículo mayor y a sus transportados si éste hubiera respetado el límite de velocidad que la zona y la Dirección Nacional de Vialidad allí aconsejan razonable.
Por ello no me siento responsable del lamentable hecho y ojalá pudiera borrarlo.
Quiero además por esta vía hacerles llegar mis condolencias a los afectados y sus familiares y que sepan que mi dolor es grande.
En referencia al proceso judicial, insisto en aclarar que no ha concluido, que no estoy condenado, para que aquel lector que no sabe lo que significa procesado, pueda entender la diferencia.
Sin otro particular, aprovecho la oportunidad para saludarle con la consideración más distinguida.

Sergio Merani

N de la R: la fuente a la que alude el firmante de la carta es el diario “La Opinión”, de Rafaela, Santa Fe, tal como lo indicó este medio en la nota del 27 de octubre último.
En tanto, el 13 de julio, al dar a conocer la lamentable noticia, este medio ya se hacía eco de los dichos de pasajeros acerca de la excesiva velocidad que llevaba el
micro.