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24 de Noviembre de 2011
Tío Pujio - Una historia de vida que merece ser contada - El destino los puso a prueba y ellos estaban a la altura de las circunstancias
Ella le donó un riñón, ambos se recuperan y abrazan el futuro
Son pareja prácticamente desde el momento en que se conocieron, en la secundaria. Ella tenía 14 años y él 17. La vida los puso a prueba y aprobaron con la nota más alta, producto del amor y la solidaridad
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César y Natalia: “Que se piense que una persona puede trabajar los días que no va a diálisis y que eso le puede servir para reafirmar su persona, más cuando puede que ese paciente sea el sostén de la familia"

César Celis y Natalia Fagioli viven en una casa ubicada en la calle Entre Ríos al 200 de Tío Pujio. Prefieren charlar en el patio al aire libre, donde pueden controlar mejor los movimientos de dos perros, Laika y Rufo, que reclaman caricias a cada momento.
A Natalia le gusta comenzar por el principio: “A César lo conocí en el año 1998; íbamos al mismo colegio secundario y él era el galán de su clase, las chicas moríamos por él... Muy lindo, simpático, divertido, con una chispa que lo hacía especial. Yo con sólo 14 años y él con 17, el 27 de octubre de ese mismo año decidimos ponernos de novios”.
Y cuenta además que sus vidas “eran completamente normales, ya que él jugaba al fútbol, su pasión, en el club Hipólito Yrigoyen, vivía con su familia, y yo con la mía en un campo cerquita del pueblo, ya que mis padres trabajaban allí, razón que no me impedía juntarme con amigos ni ver a César”.
El acota que cuando estaba por cumplir los 17 años ya había debutado defendiendo el arco de “Los Diablos Rojos de la ruta 9”.
Lo cierto es que la historia de ambos transcurría de una manera normal. César decidió comenzar la Licenciatura en Ciencia Política en la Universidad Nacional de Villa María, al tiempo que Natalia se graduaba “con honores” en el secundario de la localidad, donde se había radicado junto a su hermana mayor poco tiempo antes. Y ella también decidió iniciar una carrera universitaria, la de Contador Público, en la misma casa de altos estudios.
Estudio, trabajo, fútbol y siempre proyectando el futuro de manera conjunta...

La enfermedad

En el año 2003, a César le exigieron unos estudios de rutina para los jugadores de fútbol y allí fue que le detectaron una enfermedad en sus riñones. Un mal totalmente avanzado y sin posibilidades de reversión. “Nos decían que lo único que se podía hacer era intentar retrasar su avance”, comenta Natalia.
Y continúa: “La reacción ante la enfermedad fue buena, los médicos nos dijeron que con los cuidados necesarios en la alimentación había personas que duraban años con la enfermedad casi detenida, es decir con sus riñones en funcionamiento, sin la necesidad de una máquina que haga las veces de riñón o de un trasplante. César siguió las pautas médicas a rajatabla, su mami Esther le preparaba siempre un plato especial, con mucho esmero y creatividad, aún sin saber leer ni escribir; pero eran cada vez menos los ingredientes que podía utilizar... La enfermedad avanzaba. Un mal día, le detectaron a su mamá el mismo deterioro en los riñones, pero ya sin posibilidad alguna y fue directo a hemodiálisis. Esther a pesar de sus largas y agotadoras sesiones de hemodiálisis nunca desatendió su casa ni a César, en quien ponía toda su energía y amor”.
Nos cuentan luego que fue en noviembre de 2006 cuando un nuevo control a César revela la muerte de sus riñones. “Su enfermedad hizo un pico y terminó con ellos. Empezó entonces las sesiones de hemodiálisis en el mismo centro adonde asistía su mamá. Del fútbol se tuvo que olvidar, la carrera ya no lo motivaba, irnos de vacaciones tenía que ser por no más de dos días para regresar a diálisis; muy gradualmente fue perdiendo su buen humor y alegría, cada vez eran menos las cosas que le despertaban algún interés…”, recuerda la joven, que ahora tiene 27 años y que ya entonces estaba llamada a ser una gran mujer.
En el camino hubo una familiar que se hizo los estudios de compatibilidad con César y los resultados fueron extraordinarios, pero... no pudo atreverse luego a someterse a la operación para el trasplante.
En el mismo camino también se cruzaron en la vida de ambos Darío Ranco y Nancy Schiavi. El primero para conseguir una prótesis y todo lo necesario para una operación de cervicales a la que debió someterse César. Y la segunda para ofrecerle trabajo en la Municipalidad (para los dos días en que no se dializaba), a raíz de una vacante que surgió en el Tribunal de Cuentas de la localidad.
Este último no es un dato menor, dado que el cambio de obra social al Apross, la obra social de los empleados públicos de la provincia, los estudios de compatibilidad para el trasplante se pudieron realizar en Córdoba, totalmente financiados por ese organismo (“Osecac daba muchas vueltas y nos terminaba remitiendo a Buenos Aires”, dijeron).

¡Compatibles!

Natalia cuenta que “los estudios de compatibilidad fueron autorizados casi de inmediato y los resultados fueron los mejores: tanto una prima como yo, que no tengo lazo sanguíneo alguno, resultamos compatibles”.
Pero fue ella la que decidió realizarse los estudios pre-trasplante, que constan de una serie de exhaustivos exámenes para saber si se está en condiciones psíquicas y físicas para donar un órgano. “Me fui asesorando de todos los riesgos que corría, de los cuidados pos-operatorios, de mi vida después de la donación... Los resultados fueron nuevamente los mejores. Los tuvimos en setiembre último y nos dieron el turno para el 13 de octubre, que fue el gran día.”

El trasplante

“Con total decisión y, para ser sincera, con mucho miedo, el 12 a primera hora nos internamos en la misma habitación en el Sanatorio Allende, en Córdoba, siempre acompañada de mi hermosa familia que, aunque trataba de no demostrarme nada hasta el último momento, yo sabía que estaban muertos de miedo todos... El jueves 13 de octubre a primera hora fueron a buscarnos para prepararnos para entrar al quirófano. Primero me llevaron a mí, me saludaron mi hermana Vale y otras personas muy queridas, papá y mamá estaban en camino... El trayecto hacia el quirófano estuvo colmado más que de nervios de entrega, de paz, porque mi misión se estaba cumpliendo... ¡¡Y el gran momento llegó!! Yo no sentí dolor alguno en la cirugía ni me enteré de nada. Cuando abrí los ojos estaba en la terapia. Con mi mamá y mi hermana a mi lado, con la sonrisa más grande que jamás les haya visto diciéndome que el trasplante fue un éxito, que César estaba bien, que mi riñón apenas se lo colocaron comenzó a funcionar!...”. Ella habla, irradia luz, o es la vida misma la que dialoga.

El mensaje

César dice que cada día intenta dimensionar el inmenso acto de amor de su pareja (“ni siquiera estamos casados”, dice). Y agrega que “por ahora estoy con la cabeza muy ocupada en tomar tantos medicamentos, come sólo lo permitido; este es un proceso que me tomará tres años, aproximadamente, pero creo que cada día que pase iré viendo cuánto de grande tiene lo que hizo Natalia”.
Ambos coinciden en que “hay mucha desinformación, se ignora mucho acerca de la importancia de ser donante”.
César agrega que “hemos comprobado que en algunos casos no hay contención para quienes se tiene que hacer hemodiálisis; no hay grupos de terapia”, y aclara enseguida que “afortunadamente ese no es el caso de la clínica del doctor Amadeo Ancarani, que es mi nefrólogo, donde cuentan con una psicóloga para el momento en que la necesites; ahí se forma casi una familia, con la que compartís la Navidad, el Año Nuevo...”.
Sabemos que existe la Fundación para la Ablación y el Trasplante (Fundayt), pero hace falta más difusión, hace falta que se piense que una persona puede trabajar los días que no va a diálisis y que eso le puede servir para reafirmar su persona, más cuando puede que ese paciente sea el sostén de la familia”.
Esta pareja de Tío Pujio refiere que “a todos nos puede pasar”.
“El día 12, un día antes que César, fue trasplantado en el mismo Sanatorio Allende de Córdoba el titular del gremio de los judiciales de Villa María, Jorge Montes, quien recibió un órgano de su hermano. Horas después fue trasplantada en el Hospital Privado, también de Córdoba, una niña de Ticino de 13 ó de 14 años, que recibió el órgano donado por su padre... Tenemos que ser conscientes y saber que donar es dar vida. Hay que animarse. No cambia nada. Somos mejores personas”, asegura ella, toda una mujer.

S. V.

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