Señor director:
Les hago llegar desde España estas cartas que aparecieron publicadas en el periódico alemán Stern y que tal vez sirvan para entender a la distancia la situación que vive hoy la Europa comunitaria.
En realidad, se trata de un intercambio entre un ciudadano alemán y otro griego.
Apareció primero publicada una Carta Abierta dirigida a “Queridos griegos” por un ciudadano alemán de nombre Walter Wuellenweber. Es la siguiente:
Queridos griegos:
Desde 1981 pertenecemos a la misma familia. Nosotros, los alemanes, hemos aportado como nadie otro al Fondo Común, cerca de 200.000 millones de Euros, mientras que Grecia ha recibido cerca de 100.000 millones de Euros, o sea la mayor suma per cápita que ningún otro pueblo de la Unión Europea.
Nunca ningún pueblo ayudó hasta ahora voluntariamente hasta este grado a otro y por tanto tiempo. Son Uds. sinceramente, los amigos más caros que tenemos.
El caso es que no sólo Uds. se engañan a sí mismos, sino que también a nosotros.
En esencia, Uds. nunca demostraron ser merecedores de nuestro Euro. Desde su incorporación como moneda de Grecia, nunca lograron hasta ahora cumplir con los criterios de estabilidad.
Dentro de UE son el pueblo que gasta las mayores sumas en bienes de consumo.
Uds. descubrieron la Democracia, entonces deben conocer que se gobierna a través de la voluntad del pueblo, quien finalmente tiene la responsabilidad. No digan entonces, que sólo los políticos son responsables del desastre.
Nadie los obligó a evadir durante años impuestos, oponerse a cada política coherente para reducir el gasto público y nadie los obligó a elegir los gobernantes que han tenido y tienen.
Uds., los griegos, son quienes nos han mostrado el camino de la Democracia, de la Filosofía y de los primeros conocimientos de Economía Nacional. Pero ahora nos muestran un camino equivocado.
Y donde Uds. ya han llegado, ¡no va más allá!
A la semana siguiente, Stern publicó otra Carta Abierta, en este caso del ciudadano griego Georgios Psomás, dirigida a Wuellenweber:
Y el texto es el que sigue:
Querido Walter:
Soy funcionario público y no “empleado público”, como despectivamente, como insulto, se refieren a nosotros mis compatriotas y tus compatriotas...
Mi sueldo es de 1.000 Euros. Por mes, ¡eh! No vayas a pensar que son por día, como te quieren hacer creer en tu país. Fijate que gano una cifra que es muy inferior en euros a la tuya, que es de varios miles.
Desde 1981, tienes razón, pertenecemos a la misma familia. Sólo que nosotros les hemos concedido en exclusividad a Uds. un montón de privilegios, como es que sean los principales proveedores del pueblo griego de tecnología, armas, infraestructura (dos autopistas y dos grandes aeropuertos internacionales), telecomunicaciones, productos de consumo, autos, etcétera. Si me olvido de algo, perdóname. Te señalo que dentro de la UE somos los mayores importadores de productos de consumo que elaboran las fábricas alemanas.
La verdad es que no hacemos responsables sólo a nuestros políticos por el desastre de Grecia. Contribuyeron mucho algunas grandes empresas alemanas, las que pagaron enormes “coimas” a nuestros políticos para asegurarse los contratos, para vendernos de todo, como unos cuantos submarinos fuera de servicio, que puestos en el mar, quedan tumbados de costado.
Yo sé que aún no das crédito a lo que escribo. Ten paciencia, esperá, leé toda la carta y si no llego a convencerte, te autorizo a que me eches de la Eurozona, ese lugar de la verdad, de la prosperidad, de la justicia y de lo correcto.
Pasó más de medio siglo desde que la Segunda Guerra Mundial terminó, es decir, más de 50 años desde la época en que Alemania debería haber saldado sus obligaciones con Grecia.
Estas deudas, que sólo Alemania hasta ahora, se resiste a saldar con Grecia (Bulgaria y Rumania han cumplido en pagar las indemnizaciones estipuladas), consisten en:
1. Una deuda de 80.000.000 de marcos alemanes por indemnizaciones, que quedó impaga desde la Primera Guerra Mundial
2. Deudas por diferencias de clearing, en el período entreguerras, que asciende hoy en 593.873.000 de dólares.
3. Los préstamos obligados que contrajo el III Reich a nombre de Grecia durante la ocupación alemana, que ascendieron en 3,5 mil millones de dólares durante todo el período de ocupación.
4. Las reparaciones que debe Alemania a Grecia por las confiscaciones, persecuciones, ejecuciones y destrucción de pueblos enteros, rutas, puentes, líneas ferroviarias, puertos, que produjo el III Reich y que según lo dictaminado por los tribunales aliados, asciende a 7,1 mil millones de dólares, de los cuales Grecia no vio un billete .
5. Las inmensurables reparaciones de Alemania por la muerte de 1.125.960 griegos (38.960 ejecutados, 12.000 muertos por daño colateral, 70.000 muertos en combate, 105.000 muertos en los campos de concentración en Alemania, 600.000 muertos de hambre, etcétera)
6. La tremenda e inmensurable ofensa moral ocasionada al pueblo griego y a los ideales humanísticos de la cultura griega.
Sé, amigo Walter, que no te debe gustar para nada lo que te escribo. Lo lamento. Pero más me molesta lo que Alemania quiere hacer conmigo y con mis compatriotas.
Walter, en Grecia operan 130 empresas alemanas, dentro de las cuales se incluyen todos los colosos de la industria de tu país, las que tienen ganancias anuales de 6,5 mil millones de euros.
Muy pronto Walter, si la cosa sigue así, no podré comprar más productos alemanes, porque cada vez tengo menos dinero.
Yo y mis compatriotas crecimos siempre con privaciones; lo vamos aguantar, no tengas problema. Podemos vivir sin BMW, sin Mercedes, sin Opel, sin Skoda. Dejaremos de comprar productos de Lidl, de Praktiker...
Pero Uds, Walter, ¿cómo se las van a arreglar con los desempleados que dejará esta situación que por ahí, los obligue a bajar su standard de vida, sus autos lujosos, sus vacaciones al exterior, sus excursiones sexuales a Tailandia?...
Y finalmente Walter, debemos “arreglar” otro tema importante, ya que vos también, sos deudor de Grecia:
¡Exigimos que nos devuelvan la civilización que nos robaron!
Queremos de vuelta en Grecia las inmortales obras de nuestros antepasados, que guardan en los museos de Berlín, de Munich, de París, de Roma y de Londres.
Y exijo ¡que sea ahora! Ya que si me muero de hambre, me quiero morir al lado de las obras de mis antepasados...
Cordialmente”.
Bien, espero que sea de utilidad.
Afectuosamente,
Rodolfo Ghezzi
Villamariense radicado en Madrid
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