Quedó oficialmente inaugurado ayer el nuevo tambo El Refugio, propiedad de Emilio Pasquali y su familia.
El establecimiento ubicado a unos 10 kilómetros de Tío Pujio es alquilado a la Orden La Merced, en territorio de Yucat. Se trata de 257 hectáreas con 75 que se encuentran en un “bajo”, 70 hectáreas destinadas al cultivo de maíz, 45 para alfalfa y el resto para soja (67, aproximadamente).
La inauguración se llevó a cabo con la presencia de funcionarios nacionales encabezados por el subsecretario de Lechería del Ministerio de Agricultura de la Nación, Jorge Videla, y uno de los asesores de esa cartera, Carlos Berra. También participaron la intendenta tiopujense Nancy Schiavi, el padre Carlos Diez (de la Orden) y el presidente de la Cooperativa de James Craik, José Luis Volando, donde los Pasquali entregan la materia prima.
“Es el sueño que tuvimos nosotros”, resumió Franco, el mayor de los hijos de Emilio a la hora de recibir al medio centenar de visitantes para la ocasión. No faltaron los vecinos, los proveedores, los amigos. El joven añadió que “se trata de una transición, o crecíamos o nos fundíamos, y decidimos resistir con la leche porque siempre se va a consumir, es un alimento básico”. En ese sentido, Franco se define “como los que ven el vaso medio lleno, ser optimista”.
De inmediato confía la idea de seguir creciendo y llegar en cuatro años más a los siete mil litros diarios, pero sin olvidar que en agosto 2007 comenzaron en “el viejo tambo”, con 45 litros. “Mi viejo hizo el tambo hasta el 15 de diciembre del año pasado”, dijo, para indicar que ahora hay una familia dedicada a esa tarea, más otra que se encarga del mixer (la alimentación).

Palabras

Todos llegan y felicitan a Emilio Pasquali. “El Toti”, como lo conocen en Tío Pujio, sonríe y trata de ocultar sus nervios, pero las ansias no lo dejan. Va de aquí para allá, ya colocó una alfombra roja frente a las instalaciones y tras largo andar, por fin se para sobre ella para expresar sus palabras de agradecimiento. Puntualizó esto en la persona de Carlos Diez, uno de los administradores de la Estancia Yucat, en la Cooperativa y en todos los presentes, por estar, además del ministro Domínguez.
Y bromeó con “una frase que se usaba”: “Yo no los voy a defraudar... en nada”.
Luego marcó que “esto es gracias a todo un gran sacrificio de la familia”.
A su turno, el padre Diez se encargó de señalar que “el horizonte es la gente”, para explicar que “los principios de la Orden deben aplicarse para esta tierra de abundancia”. Recordó que en “la última crisis, en 2001, una multinacional cuánto valía nuestro esfuerzo (precio de la leche por litro)... había tamberos que venían a vernos llorando porque sus familiares entregaban sus campos por unos pesos más”. Así, abonó que el proyecto de acompañamiento a estos emprendimientos como el inaugurado ayer, es similar al de otras 22 familias que sostienen tambos en esa zona, “porque apostamos a la producción y somos socios en el crecimiento. Para todos hay lugar”, dijo Diez. Aportó como dato que “cada familia tiene un promedio inferior a 200 hectáreas y la Orden ha financiado en los últimos cinco años proyectos por 2,5 millones de pesos”.
Volando apoyó las palabras de Diez y agregó que “seguramente el tiempo nos dará la razón”. Luego, el subsecretario Videla lo comprometió “para que el cooperativismo juegue el papel importante que está invitado jugar”.
La intendenta Schiavi dijo a Pasquali que conoce su sacrificio; recordó que había unos 120 tambos en la zona y tras la década del ‘90 quedaron menos de 15, a lo que se sumó el cierre de muchas industrias lácteas, por lo que “espero este sea el puntapié para que nos recuperemos como la zona lechera que supimos ser”.
Los Luján. Oscar, el jefe de la familia, es el encargado del ordeñe junto a su esposa Alejandra y su hijo Jonhatan. El matrimonio tiene otros cuatro hijos: Flavia, Aldana, Brenda y Agustín. “Mi papá me enseñó de chico (8 años)”, contó Oscar, quien a pesar de haber realizado otras tareas, dijo sentirse cómodo y tranquilo en el campo. “Cada 12 horas”, a las 5.30 y a las 17.30, hacen el tambo y comparó que en “el viejo”, demoraban cuatro horas por turno, mientras que ahora sólo les lleva hora y media, con limpieza incluida.