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4 de Diciembre de 2011
Transitando los caminos de la historia - Nota 275
Angel Diego Márquez, los inicios del Inescer
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Escribe: Jesús Chirino

Luego que en 1983 los argentinos reiniciáramos el camino de la construcción de una vida democrática, la libertad ganada abrió debates e inspiró acciones comprometidas con el ejercicio de los derechos que habían sido cercenados a lo largo de la terrible dictadura. Tanto en el terreno político como en lo social, cultural y educativo fueron surgiendo interesantes iniciativas que, de distintas maneras, expresaban el alto interés participativo que tenía la ciudadanía. Por esa época en Villa María un grupo de entusiastas, liderado por Angel Diego Márquez (foto) gestó un proyecto que terminaría fructificando en el Instituto de Educación Superior del Centro de la República (Inescer), que en los primeros meses de 2012 cumplirá veinticinco años de existencia.

Intelectual para el cambio

A partir de 2006 el instituto lleva el nombre de Márquez, pedagogo de una dilatada e importante carrera desarrollada en diferentes lugares del mundo. Quien también fuera colaborador de EL Diario nació en Buenos Aires pero adoptó a Villa María como su ciudad, desarrollando en ella diferentes etapas de su vida profesional. Fue un reconocido especialista en Educación Comparada. No exageramos si decimos que su figura resulta insoslayable para todo aquél que intente realizar un recorrido por la historia de esa disciplina en nuestro país. Así lo plantea, en la Revista Española de Educación Comparada (2005), Norberto Fernández Lamarra en el trabajo “La educación comparada en América Latina: Situación y desafíos para su consolidación académica”, cuya autoría comparte con Marcela Mollis y Sofía Dono Rubio.
Lamarra, presidente de la Sociedad Argentina de Estudios Comparados en Educación, junto a los otros autores, apuntan la trascendencia del aporte que en los años setenta Márquez hizo al campo de la Educación Comparada en la Argentina. Textualmente señalan: “El aporte de Márquez trascendió la perspectiva teórico-metodológica de la educación comparada y adquirió la dimensión ética del compromiso del «intelectual crítico» gramsciano…”. Paso seguido, para sostener dicha afirmación, citan un párrafo escrito por el propio Márquez en su libro “Educación comparada: teoría y metodología”. Allí el villamariense escribió “La educación comparada debe estar puesta al servicio del cambio ... El comparatista debe tener siempre presente que todo cambio que se opere en un sistema, aún en el aspecto más particular, no puede desvincularse del cambio de la estructura económica, social y política y de la superestructura constituida por lo cultural –en su sentido antropológico, ideológico y psicosocial- sin olvidar como afirma Vasconi, que la educación constituye con todo su aparato institucional, un fenómeno de superestructura”.
He allí el intelectual comprometido con el cambio, pero Márquez también fue un hombre de otro tipo de realizaciones que aún hoy continúan aportando a la vida de la ciudad como el caso del mencionado Inescer, reconocido como instituto educativo oficial dependiente de la Nación el 29 de mayo de 1987, habiendo iniciado el dictado de clases el día 13 de abril de ese mismo año. Los planes de estudios de las primeras carreras que ofreció la institución, cuya sede administrativa estaba en Catamarca 650, habían sido oficializados mediante la Resolución Nº 2988, del año 1986, emanada por el Ministerio de Educación y Justicia de la Nación. Por otra parte recordemos que si bien con el transcurso del tiempo pasó a depender de la jurisdicción provincial, la institución se gestó sin ser una dependencia estatal y al poco tiempo fue reconocido como propio por el Estado nacional. Las condiciones de ese reconocimiento son importantes pues el instituto, por tener carácter experimental, mantuvo su autonomía pedagógica lo que le permitía determinar su propio régimen de asistencia, evaluación y promoción a la vez que ensayar nuevas metodologías didácticas. Esto habla del marco de libertad en que surgió el Inescer “Dr. Angel Diego Márquez”, cuyo primer nombre fue Iescer.
Las autoridades del Ministerio de Educación de entonces aprobaron íntegramente el reglamento institucional en el cual se establecía que el rector, vicerrector, directores de escuelas y coordinadores de los institutos de la casa fueran elegidos por los representantes de los claustro de profesores, alumnos y graduados, a los que se le sumaba el voto de la comunidad representada por los miembros del Consejo de Administración de la Fundacer. Debe aclararse que en todos los casos el mandato para ejercer los cargos mencionados tenía una duración de cuatro años, cuestión que aportaba un profundo sentido democrático a la organización.
Márquez, que fue el rector organizador, no concebía lo educativo como un coto de los tecnicismos sino como espacio en el cual debía darse una amplia participación comunitaria. Y esto para él no era un concepto teórico sino que lo llevaba a la práctica, así puede entenderse cuando se advierte que antes que el Inescer surge la Fundacer integrada por miembros de la comunidad y desde el inicio se prevé que la misma participe del Consejo Superior de la institución educativa.

Espíritu de solidaridad

El 12 de abril de 1987 El Diario publicó una entrevista a Márquez en la cual, entre otros conceptos, señala “la Fundacer es el ente que propició la creación del Iescer, y tal como señalan sus estatutos, apoya y sostiene el citado instituto”. También reconocer que la organización educativa “…es el primer instituto oficial, nacional, de Nivel Superior no universitario de las ciudades de Villa María y Villa Nueva”. Por otra parte señala que “…la situación legal, la organización y la estructura del Iescer se enmarcan en las líneas de política educativa trazadas por el señor presidente de la Nación en varios de sus discursos y por las actuales autoridades educativas, en lo que respecta a la responsabilidad fundamental del Estado en la Educación –contraria a la concepción de la subsidiariedad del Estado- así como también en lo que respecta al aporte y a la participación comunitaria en las instituciones educativas. Ideas que por otra parte siempre hemos sustentado quienes hemos promovido la creación del Iescer”.
En ese reportaje Márquez vuelve a repetir su preocupación acerca de que quienes trabajan puedan cursar estudios superiores. Así es que señala “…los alumnos no tendrán obligación de asistir a las clases teóricas. Ello posibilitará seguir estudios a los jóvenes trabajadores”.
Una pregunta de ese reportaje hace referencia a la resistencia que despertó en la comunidad local la creación de este nuevo instituto terciario. En su respuesta Márquez eligió no referirse de manera directa a algunas de las acciones realizadas por aquellos que se oponían a la creación del Inescer, pero igual se permitió señalar que sus argumentos eran inconsistentes y que resultaba “totalmente absurdo pretender negarle al Estado el derecho a crear una escuela oficial y a determinar las carreras que el Estado desee implementar… Tengo la convicción de que en breve plazo se superarán estos malentendidos. Es de esperar que en un futuro cercano, todas las instituciones educativas del medio (oficiales y privadas) desplegarán los mayores esfuerzos en un torneo de sana emulación, para alcanzar los mejores logros en beneficio de la comunidad de Villa María, Villa Nueva y su zona”. De esa manera aportaba un tono conciliador luego de que en 1985 había tenido que presentar su renuncia en otra institución terciaria de Villa María y, junto a todo el grupo que fundara la Fundacer y el Inescer, debieron luchar contra una marcada resistencia a la existencia de una novedosa oferta educativa que trajo la nueva institución. Márquez veía más allá de lo inmediato y no sólo hablaba de todo lo que quedaba por hacer, sino que a un día de iniciarse las actividades en el Inescer señaló “las instituciones educativas no son un edificio, comodidades materiales, buenos planes y programas, etcétera. Todo ello es necesario, pero no es suficiente. Toda institución educativa que aspire a un gran destino debe generar un ideal movilizador, un espíritu de solidaridad y fraternidad humana, y establecer sólidos basamentos éticos que guíen su acción. Los principios morales sobre los que se sustenta una institución educativa –que deberán ser en todo momento respetados por todos- constituyen la mejor garantía de éxito de su labor”.
En pocos días se cumplirán diez años de la desaparición física de Márquez, el 30 de diciembre de 2001, vayan estas pocas líneas para recordar a quien aportó mucho a esta ciudad.

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