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Buena parte de los asistentes a la celebración de ayer, en el predio del CEC, se acercó para posar ante el reportero y dejar su imagen en la “foto de familia” |
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Ellos son parte del milagro, sí es verdad, como dicen algunos, que un diario está hecho de milagros. Son un engranaje importante de la milagrosa maquinaria que le permite al lector perpetuar el ritual cotidiano de comenzar la jornada hojeando el diario. ¿Y quién duda que poder dar fiel cumplimiento a esa modesta ceremonia de cada mañana es un milagro?
Bien, ellos son parte de ese ritual que empieza por la idea, pasa por las teclas, los trazos del lápiz, el click, la tinta... y llega a manos de cada vecino.
Un milagro contra viento y marea; un milagro a pesar de la lluvia que arrecia y el sol que pega fuerte; sábados, domingos y feriados, ahí está el diario gracias al oficioso pedalear del canillita que recorre el barrio de punta a cabo y a la puntualidad del vendedor que alza su persiana.
Y uno, claro, cuenta con eso como si eso fuera el producto de una ecuación matemática infalible. Pero que el diario esté en su casa, en su barrio, en su oficina, en su taller... todos los días, lector, junto a la taza de café con leche, junto a los matecitos con tostadas, lejos está de la lógica cartesiana. ¿Por qué? Porque es parte de un milagro y los milagros no tienen lógica. Sólo hay que dar gracias por ellos, porque suceden, contra toda lógica.
Un diario se hace de milagros. Gracias por ser parte del milagro cotidiano de llevar el diario para que cada lector sepa de qué se trata.
Ellos son parte del milagro, y por eso, seguramente, entraron a la historia por la puerta grande de la literatura. Casi como si no estuvieran, con perfil bajo, a un costado de la escena. Pero aquellas patitas flacas que supo realzar la pluma (y la mirada popular y perspicaz) de Florencio Sánchez quedaron plantadas en el cielo de la mitología urbana para siempre.
¡¡¡Diaaarioooo!!! ¡¡¡Diaaarioooo!!!
La historia
y el porqué
El Día del Canillita comenzó a festejarse el 7 de noviembre de 1947, en conmemoración a la fecha de muerte de Florencio Sánchez. Este dramaturgo uruguayo dio origen a esta denominación en su obra "Canillita". En ese libro designa así a un chico de piernitas flacas que vendía diarios.
Hasta hace algún tiempo, no se editaban ni se vendían diarios ni revistas en este día. Actualmente, si bien la fecha se sigue celebrando, las publicaciones se venden como cualquier otro día.
La primera vez que se escuchó el grito de un vendedor de diarios fue en 1867 cuando anunciaba: “¡La República! ¡La República!”.
Este era el nombre de un diario de la época que ideó aquella forma de venta directa. Debido a su éxito, esta costumbre fue adoptada por otros medios escritos, creándose así una nueva fuente de trabajo.
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