Comúnmente, inmersos en nuestro vertiginoso ritmo de vida, no percibimos toda la estructura que han creado las grandes corporaciones cuya finalidad primaria es la de “vender”, o lo que es lo mismo inventar técnicas para que nosotros “Compremos sin tener la real necesidad de hacerlo”.
Una metodología muy común en la actualidad practicada por estos grupos de empresas, y que acompaña a la problemática del crecimiento exponencial de la cantidad de desechos electrónicos, es la aplicación de técnicas para lograr acortar la vida útil de un producto de consumo masivo con el fin de acelerar su recambio y por consiguiente incrementar las ventas.
Esto es justamente lo que se conoce como: obsolescencia programada, o precisamente el arte de hacer que un bien material funcione adecuadamente el tiempo suficiente como para que el cliente mantenga la confianza en el producto, pero falle mucho antes de lo que naturalmente hubiera durado, todo estadísticamente calculado como para que el cliente compre otro nuevo y siga fiel a la marca, alimentando así esta sed artificial de consumo. (Técnicamente: fabricado para no durar ).
El complemento ideal para este cóctel de desperdicio de recursos, es algo llamado: obsolescencia percibida, que instala en el subconsciente colectivo la necesidad de que en muy poco tiempo, algo en perfecto estado de funcionamiento y utilidad, sea remplazado por otro más lindo, más veloz, más moderno… o sea, se nos convence de que eso ya no sirve más, aún antes de haber dejado de ser útil, y aún sin haber aprendido a utilizar la totalidad de sus funcionalidades.
Este “sistema” el cual damos por hecho sin cuestionamientos, es ambientalmente muy cuestionable, al incluir en sus ecuaciones a las ventas masivas y consiguientes ingresos… No se menciona los recursos que indiscriminadamente se dilapidan casi siempre en países de bajos recursos ni tampoco de la trastienda de este perverso mecanismo, como ser la falta total de interés en planificación respecto del reciclaje, desecho y disposición final de estos elementos que ya “no sirven más”, que necesariamente terminan su vida en vertederos de residuos, siendo compactados, quemados y mezclados con los residuos orgánicos urbanos, contaminando suelo, agua y aire a un ritmo tan vertiginoso que la naturaleza no puede compensar.
Para ello, Recitec, ocupa un lugar vacío en este sistema de consumo, dedicándose a aportar un granito de arena en materia de recolección, reciclaje, tratamiento y disposición final ambientalmente segura de residuos electrónicos, concientizando acerca de la importancia de la diferenciación de este tipo de residuos altamente contaminantes, respecto de los comunes domiciliarios.

Marcelo Javier Dominici
Técnico en Hardware
Reg. Auxiliar 09211 CPCIPC