La emoción de Héctor “Pocho” Seia, el fundador de Lácteos La Angela es visible. Rodeado de sus hijos Gustavo y Elvio, nietos y el resto de los integrantes del grupo, celebró los 20 años de historia de una empresa que no perdió el carácter familiar con el que nació.
“La idea fue de mi padre, en los años ‘90. Teníamos un pequeño tambo, precario, en el que producíamos 150 litros. Yo me acababa de recibir de Técnico Lácteo y empezamos con la fábrica”, recordó Gustavo Seia.
En ese entonces, vivía una familia de la producción. Hoy, es el sustento de 15 grupos familiares.
Pero la historia de los Seia comienza mucho antes, en 1947, cuando Valentín Seia, padre de Pocho, llegó a la Argentina proveniente de Italia y se instaló en la zona con un pequeño tambo. Y cuando dicen, pequeño,vaya si lo es. “Tenían cuatro vacas que producían 30 litros por día”, dijo Gustavo.
Así llegaron al 23 de setiembre de 1991, cuando abrieron las puertas de la usina láctea La Angela, una fábrica que lleva el nombre de la esposa de Valentín, quien falleció muy joven, “pero que alcanzó a dejarnos una huella importante para seguir sus pasos porque fue una mujer excepcional”, señaló.
En esos primeros tiempos, con los 150 litros llegaban a producir cinco sardos diarios y ahora, tienen variedad de quesos que son elaborados con ocho mil litros/día.
El crecimiento no fue fácil. “Necesitamos mucha fe, esperanza, trabajo y convicciones para salir adelante”, reafirmó Seia, quien además es dirigente de Pylacor, la asociación de pequeñas empresas lácteas de la provincia.
“Muchas veces, ante tantos vaivenes económicos, te dan ganas de bajar los brazos. Imaginate que en un campo como el que tenemos para producir, de 280 hectáreas, podríamos dedicarnos a otra cosa, renegando menos. Pero apostamos al agregado de valor, a la generación de empleo, al crecimiento”, afirmó.

La hora del reconocimiento

Con el trabajo constante, los Seia siguieron produciendo, mejorando el predio fabril, sumando brazos para la tarea y dando pasos no sólo en cantidad sino en calidad.
“Para saber cómo estábamos en ese punto, el de la calidad, es que este año por primera vez participamos en un Concurso Nacional, como fue el de Pozo del Molle, y los resultados nos hacen más que felices”, dijo Seia.
Es que llevaron tres productos a concurso y se trajeron dos premios. El Oro por el mejor queso port salut y el Bronce por el mejor cremoso.
“La verdad es que nos da mucha alegría. Queremos agradecer a todos, a la familia, a los proveedores, a los clientes. Por eso los invitamos a todos a celebrar los premios que conseguimos con el apoyo de todos y el aniversario que nos permite repasar la historia de nuestra familia”, concluyó.