Escribe: El Peregrino Impertinente
Dice el Diccionario de la Real Academia Española sobre la palabra “Viaje”: “Traslado que se hace de una parte a otra por aire, mar o tierra”. Pero qué sabrán los escribas de este volumen añoso, personas que definen “coger” como “asir, agarrar o tomar”, cuando todos sabemos que se trata de otra cosa. Así que basta de cháchara.
Porque un viaje no necesariamente implica desplazarse. Y si no, que vengan mis amigos de EL DIARIO a prestar testimonio. Guerreros en tiempos de crisis, sólo comparables con Conan el guerrero o Hugo Guerrero Marthineitz, estos auténticos locos de atar vienen embarcados en un periplo que ya lleva 10 años de éxito. Viajando, pero sin moverse de nuestra querida Villa María. Una quijotada, una aventura llamada movimiento cooperativo, que durante una década entera los ha visto navegar por todo tipo de aguas: tempestuosas, calmas, minerales, con gas, etcétera.
En estos días le están poniendo la décima velita a tan encomiable gesta. A mi se me pone la piel de gallina. Y eso que uno viene de cuna bien bostera.
Fueron un par de lustros de penas y alegrías, de miedos y esperanzas, de tira y afloje. Pero sobre todo, de dignidad ¿Y es que no son aquellos, digo yo, escenarios que los hombres de bien experimentan a lo largo de cualquier extenso viaje? Pregúntenle si no a Marco Polo y ya verán cómo no le responde porque se murió hace como setecientos años.
Gracias por todo, estimados, y perdón por tan poco. Ahora, a celebrarlo como se debe. Eso sí: no se olviden de guardarle algún trago a quien los saluda desde la distancia (si viene con salame y queso, mucho mejor) ¡Salud, compañeros! Hasta el próximo encuentro.
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