“Crónica de un final anunciado para una historia de amor diferente”. En pocas palabras, el título en cuestión refleja el curioso caso judicial que tuvo como protagonistas a una enfermera de 41 años y a su joven concubino, un empleado de mantenimiento de apenas 20.
Nos referimos a Silvia Mabel Peralta y Luis Miguel Haedo, una pareja oriunda de la ciudad de Oliva que se vio involucrada en una violenta y tortuosa relación sentimental con insospechadas derivaciones, en la que prevalecieron los maltratos, insultos, golpes y amenazas, hasta que la mujer formuló una grave acusación por “abuso sexual” que dejó a su amante nada menos que 11 meses entre rejas.
Hoy, aquella escandalosa situación de convivencia parece haber llegado a su fin. O mejor dicho, todo indica que Silvia y Luis decidieron poner paños fríos y reanudar su vínculo amoroso luego que el joven fuera detenido por una violación que, en realidad, fue una relación sexual consentida por ella.
Por lo pronto, la decisión de Peralta de solicitar un avenimiento para evitar que Haedo fuera condenado a por lo menos seis años de prisión, dio sus frutos. El muchacho logró zafar de aquella dura imputación y ayer terminó confesando los otros hechos que se le atribuían, por lo que se le aplicó una pena que le permitirá recuperar la libertad en forma condicional el próximo lunes.

Otros hechos

Nacido en Oliva el 5 de febrero de 1988, el joven ahora condenado por primera vez admitió ante el tribunal y las partes ser autor responsable de los delitos de “privación ilegítima de la libertad”, “coacción”,“amenazas”, “daño” y “lesiones leves” (algunos de ellos en forma reiterada, pero todos en perjuicio de Peralta), además de un hecho de “tentativa de evasión”, ya que intentó fugarse de la Comisaría de Distrito de aquella ciudad a poco de haber sido detenido.
Haedo es, como se advierte, un irascible sujeto que sometió a su concubina a malos tratos en varias oportunidades, hasta que la situación explotó en horas de la tarde del 4 de diciembre del año pasado.

Todo empezó...

En rigor de verdad, la noche anterior comenzó a gestarse un caldo de cultivo que hizo eclosión al día siguiente, cuando finalmente la mujer denunció a Haedo de haberla forzado sexualmente en un descampado cercano a la vivienda de ella, ubicada en Río Negro 892 de Oliva.
“¡Si no te tengo yo, no te tiene nadie!”, le dijo el joven a viva voz el 3 de diciembre por la noche, cuando fue a su casa, para luego aplicarle un golpe de puño en el hombro izquierdo.
Sobre el filo del mediodía siguiente, Haedo volvió al domicilio de Peralta (quien se encontraba con dos de sus tres hijos adolescentes), rompió un vidrio de una puerta, entró y la amenazó con “cortarle los dedos” y que la “mataría a golpes”.

Golpes y sexo

Ese mismo día, pero alrededor de una hora después, el violento individuo regresó a la finca de calle Río Negro, la tomó de los brazos con violencia y posteriormente la golpeó varias veces y hasta la pateó en un galpón cercano.
Este episodio fue el prólogo del hecho que se produjo momentos después, y que la mujer terminó denunciando como violación.
Pero la cosa no terminó ahí: tras mantener relaciones sexuales, Haedo tomó a Peralta de un brazo y la llevó por la fuerza hasta la casa de su padre, luego de lo cual fue detenido por efectivos policiales de Oliva.
Un par de días después, mientras se encontraba alojado en la Comisaría, el joven intentó darse a la fuga tras aflojar la reja del calabozo, pero la evasión se frustró porque los policías se percataron del hecho a tiempo. Previo a ello, Haedo había amenazado a varios detenidos que se hallaban en el lugar para que no dijeran nada.

Otra vez juntos

Sin embargo, desde que fue trasladado a la Cárcel, Haedo cambió de actitud. Y poco tiempo después comenzó a ser visitado por Peralta, con lo cual se reanudó la relación sentimental entre ambos.
Por eso, cuando el miércoles de la semana pasada estaba por comenzar el juicio, la mujer pidió a las autoridades que su concubino no fuera juzgado por el hecho de “abuso sexual con acceso carnal”, delito que lo dejaría al menos cuatro años entre rejas antes de poder acceder a la “libertad condicional”.