Un insólito accidente tuvo lugar ayer, pasado el mediodía, en el puente Vélez Sarfield que une las dos Villas a la altura de las compuertas.
Eran alrededor de las 12.30 cuando el Chevrolet Corsa tripulado por Gustavo Barcelona y sus dos hijos, de 9 y 10 años respectivamente, intentaba acceder al puente para cruzar hacia Villa Nueva.
Desde la vecina ciudad, venía una camioneta Toyota, guiada por Daniel Ferreyro, que traía en la caja un par de escaleras de madera, las cuales sobrepasaban con creces el techo de la pick up.
En el momento en que el Corsa ascendía la pequeña pero pronunciada loma que dibuja la costanera en la boca del puente, para cruzar hacia Villa Nueva, la Toyota intentaba franquear el mismo acceso, para desembocar en la costanera de Villa María. Pero las escaleras que traía el utilitario chocaron con el gálibo rojo y blanco ubicado en el acceso del puente para indicar la altura máxima que pueden tener los vehículos y lo derribaron. La barra de hierro, que evidentemente estaba muy mal soldada, fue a pegar de plano, larga y pesada como es, contra el parabrisas del Chevrolet, del lado del conductor.
“Yo venía muy despacio pero no pude retroceder. Sólo me dio tiempo a frenar, e impactó de plano”, dijo Barcelona a EL DIARIO, agrengando que “no nos lastimamos, ni los chicos ni yo, pero ellos se asustaron mucho”, agregó el hombre.
Afortunadamente, como se dijo, no hubo heridos, pero podría haber pasado cualquier cosa.

Dos datos

Hay un par de datos que no son menores y que tienen incidencia directa en el accidente de ayer.
En primer lugar, habría que indicar que, del lado de Villa Nueva, el puente en cuestión no cuenta con el debido gálibo, por lo que pueden pasar vehículos de cualquier altura. Esto nos lleva al segundo dato: la semana pasada, una camioneta que transportaba una heladera cruzó el mismo puente. La heladera impactó contra el gálibo y cayó al puente. Evidentemente, lo aflojó, y nadie lo arregló después. Los resultados están a la vista.