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Bobinas de Papel Prensa, “atesoradas” en la planta impresora de EL DIARIO |
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Las Federación Asociativa de Diarios y Comunicadores Cooperativos de la República Argentina (Fadiccra) “celebra y alienta la posibilidad de dar un paso importantísimo para garantizar la libertad de expresión, como lo es el proyecto de ley de declaración de utilidad pública de la producción del papel para diarios”.
En un comunicado emitido ayer, Fadiccra, de la cual EL DIARIO, es miembro fundador, reafirma “la postura a favor de la iniciativa que ya fuera explicitada por representantes de las cooperativas que la integran en diversos foros, entre los que se cuentan las audiencias públicas a las que convocara el Congreso de la Nación en el año 2010”.
“Allí se expresó que los diarios cooperativos sufren en carne propia los efectos del monopolio ejercido por la empresa Papel Prensa, controlada mayoritariamente por los diarios Clarín y La Nación”, recordó a través del pronunciamiento.
Las dificultades para acceder a la producción de Papel Prensa y el encarecimiento permanente de los costos “son -afirmó Fadiccra- un calvario permanente que condiciona el desarrollo de los diarios cooperativos, igual que el de otras miles de publicaciones en todo el país, lo que supone un fuerte condicionamiento a la pluralidad de voces en la prensa gráfica, condición fundamental para el cumplimiento de los derechos a la libertad de expresión y el acceso a la información del conjunto de la población”.
“Fadiccra insta a los legisladores nacionales y a los distintos sectores políticos y sociales de la Argentina a no olvidar que el hecho que más atenta contra la libertad de imprenta consagrada constitucionalmente es el manejo arbitrario del principal insumo de la industria del sector, el papel, por parte de dos empresas que desde los oscuros años de la dictadura militar regulan el mercado de acuerdo con sus intereses, lo que va en desmedro de la democracia y la institucionalidad, que necesitan garantías de igualdad de oportunidades y amplitud en el ámbito de la prensa y la comunicación”, señaló.
Y agregó finalmente: “La aprobación de la declaración de utilidad pública del papel para diarios confirmaría el camino de apertura y libertad iniciado con la Ley de Servicios Audiovisuales, cuya plena vigencia también se reclama desde Fadiccra.”
@ Yo fabrico, yo vendo, yo me compro
Cuando el dictador Jorge Rafael Videla cedía el paquete mayoritario de acciones de la empresa Papel Prensa a los diarios Clarín y La Nación y brindaba por ello con la señora Ernestina Herrera de Noble, se ponía en marcha uno de los negocios más perversos de la historia argentina, más allá de los métodos por los cuales habían sido despojados los anteriores propietarios.
Los mentores y defensores de ese negocio, manejado por personeros vestidos de gerente -que hasta el año pasado ganaban sueldos de 120.000 pesos mensuales- lo mantienen prácticamente intacto hasta nuestros días.
¿Cómo funciona? Imagínese, amigo lector, que de un lado del mostrador se encuentran Clarín y La Nación como únicos fabricantes en el país de papel para diarios. Bien, ahora imagínese a Clarín y La Nación del otro lado del mostrador, como compradores. Y, claro, obviamente los dos primeros le hacen a los dos segundos (ellos mismos) descuentos por volúmenes de compra. Y como son los que más compran, consiguen el mejor precio. Es decir, se venden ellos mismos a precio más bajo del que pagan los medios más chicos.
Dicho en otras palabras, los diarios pequeños y medianos, al pagar más caro el papel, le financian todos los anabólicos (libros, películas, CD de música, suplementos de tejido, de inglés...) que ellos usan para “engordar” sus ediciones y vender más.
A esto se sumaba hasta hace poco tiempo la cuestión del “Cupo”, que no era otra cosa que producir menos de lo que la capacidad instalada les permitía, con lo cual establecían un límite de toneladas para cada medio, que era como decirle a los demás cuántos ejemplares y de cuántas páginas tenían que hacer, a no ser que fueran a comprar papel al exterior.
Esto último, como señalaba, tendió a normalizarse a partir de un dictamen de la Secretaría de Comercio para terminar con uno de los aspectos de la competencia desleal (la caída marcada en sus ventas ayudó para que la disposición fuera acatada).
Ahora, cuando el Parlamento intenta debatir la cuestión, cuando se pretende que los todos medios escritos consigan el insumo fundamental al mismo precio, dicen que está amenazada la libertad de prensa.
Por los cientos de medios que tuvieron que cerrar, por los cientos medios que tuvieron que ser vendidos (y que fueron comprados por ellos mismos, como La Voz del Interior, por ejemplo), por las cientos de voces acalladas por este perverso negocio, esta vez no les haga caso. Todo seguirá como siempre. Mejor que siempre. Con los medios locales y regionales consiguiendo su insumo fundamental en igualdad de condiciones, pensando en crecer y crear el empleo, y con los grandes medios probablemente liderando el mercado.
Confiamos en que nuestros legisladores, Nora Bedano y Jorge Valinotto, recuerden a los diarios chicos y medianos del interior del interior a la hora de votar. Cada legislador debería al menos mirar hacia su provincia antes de alzar su mano. Por el pluralismo, por la diversidad, por la democracia.
Sergio Vaudagnotto
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