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Una vista maravillosa del Dique Los Alazanes |
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Escribe: Pepo Garay
Especial para EL DIARIO
Con el verano a la vuelta de la esquina, bienvenida resulta el agua. Y si la materia se ofrece en talla XL, mucho mejor. Córdoba es experta en la temática, con lagos y lagunas siempre dispuestos a aplacar el calor. Y también con diques, monumentales obras distribuidas a lo largo y ancho del mapa serrano. Espejos de agua creados por el hombre, que traen belleza a los ojos y frescura al cuerpo. Marca registrada de la provincia.
Los encontramos en Calamuchita, en Traslasierras, en las Sierras Chicas… y en Punilla, claro. El valle norteño destaca con un trío de ejemplares con peso propio: el San Roque, Los Alazanes y El Cajón. Cada uno tiene atractivos específicos e identidad propia. En conjunto, coronan la belleza de la región.
El más grande y viejo
Por ser el mayor en tamaño y edad, el dique San Roque encabeza la presentación. Su ubicación geográfica también ayuda: a sólo media hora de la ciudad de Córdoba, con Villa Carlos Paz como ladero, es favorito entre los turistas. Un coloso de 16 kilómetros cuadrados, cuya primera parte fue inaugurada en 1891. Desde entonces, llena de vida los umbrales del valle, con las montañas haciéndole juego. Clásico de clásicos, que además de combatir al termómetro, configura un espacio privilegiado para la práctica de deportes náuticos. Postal de la que nunca nos cansamos: velas y barcos dando brincos, y la gente enamorada del agua. El embudo y los puestitos de embutidos y demás productos regionales, testigos privilegiados.
Claro que no todo lo que brilla es oro. Desde hace décadas, el embalse sufre la disminución de su caudal de agua y altos niveles de contaminación. Un atentado producto de la desidia de políticos y ciudadanos. Agresiones que ponen en peligro la materia prima que también calma la sed de buena parte de la población de los alrededores (incluida la capital provincial). Por ahora, es posible seguir disfrutando del chapuzón en su seno. Pero de no mediar una actitud diferente en el conjunto de la sociedad a futuro, la afirmación podría verse en entredicho.
Dos vecinos de Capilla
En la parte superior del valle, aparecen las reliquias restantes. Ahí está el dique Los Alazanes elevando la voz. Aún con dimensiones mucho menores a las del San Roque, se las arregla para llamar la atención y deleitar al turista. De aires relajados, es el embalse ubicado a mayor altura de la provincia (1.400 metros sobre el nivel del mar). El escenario permite un ambiente de armonía, caracterizado por tenues cerros y el verde de la vegetación en las orillas. El favorito aquí es la pesca de truchas (con devolución). De yapa, vale la pena contemplar el enorme paredón de 25 metros de altura que sustenta la obra.
Para arribar a este espectáculo hay que dirigirse a Capilla del Monte, 105 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba. Desde allí, se recorren unos ocho kilómetros a pie y en subida. Las postales que arroja el camino, hacen que el esfuerzo valga la pena.
Continuando por la zona, aparece El Cajón, última parada del itinerario. Pegadito a Capilla, el dique entrega bucólicas visuales, de colinas bajas y paz para compartir. Un par de barcazas reposan en la costa, aparentando abandono. El complejo que embalsa al río Dolores, refleja algo de nostalgia.
Sin embargo, la tristeza del viajero no pasa por contemplar el trazo nostálgico que caracteriza a El Cajón. El sentimiento de pena, en todo caso, se perfila con fuerza ante la sequía de los afluentes circundantes, el cáncer de Punilla. Lo decíamos antes y lo decimos de nuevo: algo estamos haciendo mal. Habrá que cambiarlo rápido, si es que queremos seguir sobreviviendo y disfrutando de nuestras maravillas.
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