A través del sugestivo título “Cuatro ladrillos bayos”, asentado originalmente en el recuerdo de vivencias pretéritas, aquellas que jalonan la imborrable etapa inicial de la vida, Raúl Alfredo Taborda vuelve a incursionar por la narrativa literaria.
Esto y luego de un prolongado período sin abordar la temática a que nos condujo siempre con la reiteración y profundización de sus reminiscencias, en reconocimiento a la tierra que lo vio nacer y crecer; donde en dotado relato posiciona el amor a sus antepasados y al personaje del gaucho como prototipo del actor que impregna el contenido de sus obras, utilizando un estilo simple y atrapante que siempre obliga la atención del lector.
“Cuatro ladrillos” no es más que el representante simbólico de la vorágine temporal que lo consume todo; es el retorno al terruño y a otros lugares donde el recuerdo dejó una huella concreta, para bien o para mal. En este caso lo que quedó del desamparo y castigo del devenir temporal (referido al antiguo hogar rural), o como dice Taborda en el concepto explicativo de su producción: la magnitud que generan los efectos inevitables del acontecer.
Aparte de ello, acude a la recordación efectiva y coherente (como verdadera cronología laboral), de su trayectoria activa como empleado y posterior funcionario bancario, dejando en su prolongada y rica trayectoria cientos de amigos o allegados a su medio familiar, que son citados como partícipes de momentos que abonaron el valor de la camaradería y de la comunicación entre hermanos.
La obra “Cuatro ladrillos bayos” fue presentada recientemente en la localidad serrana de Santa Rosa de Calamuchita, centro urbano donde reside Taborda desde hace años, sin soslayar en ningún capítulo de su obra la mención de sus primeras amistades en Pozo del Molle donde nació, dejando un testimonio de gratitud para la mención de personajes (familiares o no) que motivaron del autor un sincero sentimiento afectivo hacia ellos.
Principalmente, efecto o fruto coherente de un proceder sincero y sin estridencias inútiles, como deben definirse los sentimientos de aquellos hombres que aún en edad avanzada no eluden reconocer el valor de los frutos recogidos en la vida.
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