Cintia tiene 27 años, Lorena 30. La primera fue obligada a prostituirse desde los 14 años, la segunda desde los 13. A las dos las entregaron sus propias familias de origen.
Nacidas en República Dominicana y Paraguay, pasaron gran parte de sus vidas siendo sometidas sexualmente por hombres en diversos puntos de Argentina, incluso en Villa María.
Ayer volvieron a esta ciudad para encontrar a alguien que las cobije tras tanto tiempo de drama y crueldad. Momentáneamente en la casa de Alicia Peressutti, la referente de la ONG (Organización No Gubernamental) “Vínculos en Red”, enfrentaron junto a ella a dos medios de prensa.
Un fiscal de La Pampa y otro de Buenos Aires, provincias en las que en diversos procedimientos fueron rescatadas las jóvenes, solicitaron a esta ONG colaboración en el caso, para brindarle un hogar.
Pocas veces se observó a una Peressutti angustiada tanto como ayer. Quizás la Navidad acentuó el dolor.
“En las fiestas recrudecen los sentimientos. Para las esclavas, es lo más duro que hay el pasar una Navidad en los prostíbulos. También, para las familias de ellas, que nos las encuentran. La Navidad es esperanza, pero también dolor. Notamos que en los discursos se habla mucho de trata de personas y se hace hincapié en folleterías, afiches, campañas, pero en asistencia a la víctima no hay nada”, declaró Alicia, junto a las dos chicas sentadas a su lado.
“El Estado sólo asiste hasta que las víctimas declaren. Y hay muchísimas que no quieren declarar. La mafia ejecuta. Mataron al hermano de Nancy Miño, la policía que denunció a policías. La pregunta que todos tenemos que hacernos es adónde van las chicas tras declarar”, señaló.
“En la Argentina hay muy pocos refugios para las víctimas, en lo que se refiere a los diez años siguientes al rescate. La etapa de la inserción lleva años. Yo no digo reinserción, sino inserción, porque antes no han estado incluidas en ningún lado. Cuando nosotros pedimos asistencia, nos preguntan si la mujer declaró o no. Si no declara (ante la Policía y la Justicia) para ellos no es víctima de trata. Y la realidad es que el hecho de que nosotros preservemos la identidad de las personas, no significa que no sean víctimas”, manifestó la escritora y docente.
Peressutti reveló que ante la llegada de estas dos jóvenes provenientes de La Pampa y Buenos Aires, buscó ayuda en funcionarios de la Municipalidad. En ese sentido, valoró que “nos hayan atendido muy bien y nos ofrecieran diez días de hoteles”, pero aseguró que “no nos sirve”. “Son diez días y después qué”, se preguntó.
“A las chicas les violaron todos sus derechos y no entran en ningún programa. No hay nada. Si nos buscan a nosotros es porque no tienen adónde ir. Y el hecho de no tener adónde ir, puede empujarlas nuevamente a la mafia”, advirtió.
“Se anuncian procedimientos en que se rescatan a hombres y mujeres. Todos debemos preguntarnos qué es lo que pasa luego con ellos y ellas. Se las asiste unos meses, hasta que termine el proceso judicial y se las manda luego a sus casas, en colectivo. Desamparadas”, señaló. “Siguen siendo las ONG las que tienen que salir a solucionar el tema. En muchos casos las trajeron engañadas a la Argentina. Algunos dicen que hay que devolverlas a su lugar de origen. ¿Qué buscan, esconderlas bajo la alfombra?”, se quejó.
“Tienen que estudiar, aprender un oficio y no hay nada. Todo eso lleva su tiempo. En el país hay leyes para alfombrar la Argentina, pero el problema es la falta de implementación. No hay presupuesto para atenderlas. Una chiquita de 18 años me decía: con el sueldo de un legislador provincial o el de un concejal, nosotros pagamos un alquiler y ayudamos a diez víctimas”, declaró.
“Creo que el problema es que el asistir a las víctimas significa reflejar que realmente existen. Asistirlas revelaría públicamente que no es una locura el discurso de estos locos como nosotros que salen a decir que hay esclavos”, resaltó.

Las familias

Ante la pregunta de la prensa, Alicia Peressutti precisó que en Villa María y la región existen 22 familias que decidieron albergar a mujeres que fueron rescatadas de las redes de la prostitución.
¿Cuáles son las características en común de estas familias? Peressutti respondió que 16 de ellas son evangélicas. Todas son muy creyentes. Y hay mujeres grandes solas o con hijos grandes.
“No corren riesgo, porque trabajamos en total anonimato. Las presentan a sus familias, amigos o vecinos como una prima o familiar. Ni la Justicia sabe y sólo tres personas de nuestra ONG manejan la lista”, explicó.
“Cuando el adulto que debía cuidarlas y protegerlas es el que las vendió, cuesta reconstruir la confianza en ellas. Lo primero que te preguntan es qué querés a cambio. No te creen que las querés. Pero ponen su esfuerzo en quedarse con las familias que de alguna manera las adoptan, porque lamentablemente no les queda otra”, concluyó.