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Buenos vecinos, es lo que reflejaron ser Raúl, Gladys y Sofía - Dijeron que limpiaron el gabín hace un mes y que solicitaron que les recojan la basura, pero que nadie lo hizo - Un perro en una mañana silenciosa en el patio interno del gabín |
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Once de la mañana del viernes 23 de diciembre de 2011. Cielo gris, no asoma el sol y da respiro a los villamarienses tras días infernales, con calores récords. Llovizna.
Ingresamos con nuestro fotógrafo y el silencio es absoluto. Parece no haber nadie en el gabín ferroviario situado a la vera de las vías, en barrio Industrial, algunas cuadras más allá del Hogar Municipal de Ancianos.
Sólo dos perros parecen habitar aquí. Uno duerme plácidamente en la entrada: ni se percata de nuestra presencia. El otro está en el patio interno, atado. Parece cariñoso.
De pronto, aparece Raúl. Y nos invita a pasar. Nos lleva al primer piso y busca a Gladys y Sofía, que aparecen juntas de una de las “casitas”. Ellos tres y pocos más son los únicos que están presentes en este momento. Los hombres y los más jóvenes están trabajando. Comienza la nota.
Una de las primeras conclusiones es que poco y nada ha cambiado desde que meses atrás pidieron que el Estado los escuche y les brinde mejores condiciones de vida. De acuerdo a las palabras de ellos tres, nadie ha venido desde entonces a ver cómo están.
En el acceso al gabín se ve una montaña de basura. Cuentan ellos que es el resultado de la limpieza que han realizado en el inmueble y que hace un mes solicitaron que vengan a recogerla, sin suerte.
El cielo amaga con llover y a ellos les preocupa, porque en muchas de las habitaciones ingresa agua por los techos. “En mi casa, es como jugar al ta te ti, corro con el balde de acá para allá”, dice una de las señoras, amable y de buen humor.
Las altísimas temperaturas de los últimos días los aquejaron. “En invierno, uno puede hacer fuego y calentarse... y de alguna manera se sobrelleva, pero en los días de calor... se torna insoportable”, cuentan.
Gladys hace siete años que vive acá. Sofía, 18. Cuando este cronista les preguntó qué ha cambiado en todos estos años, responden: “Poco. Lo único que mejoró es que tenemos luz y que en la planta baja la Municipalidad nos hizo dos baños”. Hay tres en total, porque existe otro arriba.
Son once las familias que habitan. Los entrevistados precisaron que hay 23 niños y adolescentes, de hasta 18 años.
¿Cuál es el deseo de Navidad para ellos tres? Sin pensar un segundo, ante el interrogante periodístico, señalaron que es conseguir una vivienda. Quieren un techo propio.
“Estamos anotados en los planes de vivienda desde hace muchos años, pero no tenemos suerte”, apuntaron.
Raúl hace tres años que vive acá, desde que enviudó. “Me dicen que van a desarmar mi habitación porque no es habitable en las condiciones en que está, pero yo no tengo otro lugar”, reveló.
La Nochebuena es una más para estas familias. Pese a que residen todas aquí, no habrá un festejo en común, sino que cada uno buscará pasarla con sus afectos. Algunos irán a la casa de uno de los hijos. Otros, quizás solos, como Raúl: “Tengo un hijo, pero estoy solo. Y soy viudo”.
“Pasaremos la Navidad como Dios nos ayude”, señaló el hombre. Sus vecinas, con las que aparenta tener excelente relación, agregan: “Hasta nos sacaron los bolsones, porque dicen que nos darán unos bonos, pero no tenemos noticias”.
Raúl, Sofía y Gladys aseguraron que ningún integrante de estas once familias tienen empleo “seguro”.
“Todos viven de changas: vendiendo ropa, de albañiles... Los chicos, por ejemplo, están en el Mercado de Abasto”, manifestaron.
“Desde la Municipalidad nos dicen que mientras mantengamos esto, nos podemos quedar acá. Pero nosotros necesitamos vivienda”, confiaron.
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