Escribe: El Peregrino Impertinente
El viajero argentino lo sabe. Cuando sale del país, su carta de presentación tiene nombre y apellido: Diego Armando Maradona. No hay rincón del mundo donde no se nos asocie con el astro de Villa Fiorito. “¿De dónde sos?”, “De Argentina”, “Ah, Maradona”. La formula es infalible. O casi. Aquel guión tan aceitado, solo se ve afectado en dos situaciones particulares: a) Cuando el que pregunta “¿De dónde sos?” es más bien sordo, y en vez de “Argentina” escucha “Eslovenia”. b) Cuando el que pregunta “¿De dónde sos?”, justo se muerde la lengua en el momento en que el otro responde “Argentina”, por lo que en vez de decir “Ah, Maradona” dice “Ay, me modi da dengua”.
Bueno, en realidad, desde hace algunos años también existe una tercera instancia. Una con un ascendente mucho mayor a la hora de fragmentar la triada “De donde sos- Argentina- Maradona” que las ya citadas. El causante de la misma también tiene nombre y apellido: Lionel Messi. Ese petiso sinvergüenza que mete tres goles y cuatro asistencia por partido, maravillando al planeta con su fútbol exquisito. Y todo con la misma actitud con la que abre la puerta de la heladera, en calzoncillos y a las tres de la mañana, para sacar un cacho de mortadela y otro de queso.
Y es que Leo ha conseguido lo que ningún otro. Sin darse cuenta, logró que la asociación “Argentina-Alguien de Argentina” tenga más de una opción. Hasta me animaría a decir que hoy por hoy, son más los que citan al rosarino que al Pelusa. Hay que verlo para creerlo: el mundo entero, desde los países más pobres hasta los más ricos, está regado de niños, jóvenes y viejos luciendo la 10 del Barcelona con la leyenda “Messi” en la espalda. Semejante devoción, explica el cambio.
Según mi cálculos, ahora, al escuchar la palabra “Argentina”, el 18% de los extranjeros dice “Messi”, y el 12% “Maradona”. El 70% restante se agarra los bolsillos y huye despavorido sin mediar palabra. Triste devenir.
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