Siempre hay lugar para un brindis más. Siempre hay momentos para compartir con la familia, los amigos y las personas que amamos.
La fiesta de Nochebuena no se apagó con la luz del día. Se encendió, nuevamente, con el sol que asomó con toda su fuerza para poner color y calor a la Navidad de 2011.
Siempre hay lugar para un brindis más que transforme la nostalgia, la tristeza que a veces arremete en diciembre, en un mensaje de amor y de paz. De compañerismo, de camaradería.
El fuego del asadito, los mates, los juegos, los niños corriendo, los enamorados disfrutando el romance, la familia unida. Postales que invadieron la costanera en la jornada posnochebuena.
Villamarienses y residentes de la región poblaron nuestras costas ayer.
Y allí, cámara en mano nuestro reportero recorrió las orillas del Ctalamochita y encontró a tantas personas disfrutando de la ribera .
Los Montelirio, Bolatti, Massini, Cuello y Pérez de La Laguna fueron los primeros entrevistados.
El 24, esperaron las campanadas de las 12 de la noche en su pueblo.
La mesa servida, el pan dulce, el choque de copas y los saludos. A las 4.30 se sumergieron en el sueño para descansar apenas unas horitas y volver al ruedo.
A las ocho de la mañana en punto, los ojos ya estaban abiertos ansiosos de arrancar el día y llegarse a nuestras costas del Tercero.
Ellos narraron los preparativos con mates y facturas. La previa del fuego encendido para comerse un jugoso asado.
La sobremesa y seguidamente la tarde invitando a los hombres a un inolvidable partido de bochas.
No fueron los únicos que encontraron en la ribera villamariense un espacio para continuar gozando de la Navidad y del feriado.
Los Beltramo Dubeau, Sastre García y Deltesco Ferreyra planificaron un rally inusual.
La Nochebuena los encontró en su lugar de origen, Oliva y James Craik.
La reunión tradicional hasta las tres de la madrugada y la siguiente posta. En Supper Club cerraron la noche con las luces del alba.
Los autos se convirtieron en el improvisado dormitorio para descansar un rato y luego seguir bebiendo el jugo navideño.
Las parejas, al despertar, abrieron el baúl y comenzaron a acomodar sus cosas en el espacio verde.
Surgieron por arte de magia las reposeras, heladeras, las bebidas y el tradicional asadito. Sabroso.
Juntos los encontró la tarde con un “rifle” (vino con Coca) en una poderosa jarra que compartieron también con el reportero de EL DIARIO.
El festejo “fue completo”, comentaron cuando ya la tarde entraba a palpitar el ocaso.
A la vera de la costa, el predio del Centro Empleados de Comercio también albergó a numerosos visitantes buscadores de sol y aire fresco.
Las instalaciones colmadas de familias y las piletas refrescando a los más valientes, especialmente a los pequeños que no dudaron en sumergirse a pesar de cierta brisa que hacía temblar al salir del agua.
Ya cerca de los seis de la tarde el show se hizo presente con el recital de Los Latinos, que prometieron no parar hasta la noche.
La mayoría de los predios con los que cuenta la ciudad para vivir el verano estuvieron completos.
La Navidad pasó, ahora a esperar el Año Nuevo para seguir brindando.