La semana pasada la Comedia Universitaria presentó su muestra anual de teatro en el auditorio de Extensión de la UNVM.
El espectáculo, titulado “Flores con barro”, aludía a la representación escénica de tres pequeños extractos de la compleja obra de la dramaturga argentina Griselda Gambaro.
Dos trabajos en duetos y una performance monologal conformaron la abertura por donde espiar y apreciar el mundo ensortijado e intenso de la destacada autora.
La densidad de sus momentos teatrales, aparentemente sencillos y transparentes, exigen un esfuerzo extra tanto en los actores como en el propio espectador, que debe abordar las múltiples lecturas esgrimidas en directo.
Jugando en los límites que permiten registros como el drama, la comicidad y el absurdo, Gambaro hace tronar las miserias del ser humano, aun en clave mundana y cotidiana. A través de una mirada microsociológica, pone en consideración situaciones diversas que siempre tensan las fibras emotivas hasta estallar.
En “Almas”, una impecable Laura Beccaría radicaliza la irritabilidad de las relaciones sociales al erigir la pureza de su propia alma, en contraste con la denostada condición -espiritual- de su sirvienta, encarnada en Florencia Bringa. El ensimismamiento del personaje de Laura obtura cualquier vínculo y se desdobla en un espejo donde deposita su Otro más crítico.
En “Decir sí”, Oscar Bazzara y Eric Cicarelli prueban la efectividad del absurdo por el poder magnético del “reírse de las desgracias ajenas”. En una escena escrita al estilo de Leo Masliah, un cliente de peluquería se convierte en barbero por el sólo hecho de aceptar las órdenes silentes de su peluquero. La sumisión y la relación de poder invertida culminan con el asesinato del cliente que, como se ha visto, “no siempre tiene razón”.
Por último, “El viaje a Bahía Blanca” a cargo de una histriónica Paula Cañas, es una parodia al fastidio insano por lo minúsculo, la molestia pequeña y casi imperceptible que horada la paciencia hasta convertirse en locura. El personaje es una afamada actriz que trastoca un discurso de agradecimiento para aniquilar el zumbido de míseros insectos que se cuelan hasta en sus propias palabras.
La puesta estuvo a cargo de Alicia Muxó, con la asistencia a cargo de Valeria Plovanich y Marisabel Demonte.

Juan Ramón Seia