Hace exactamente 10 años, cuando la Argentina se incendiaba en cada esquina y comenzaba a sumergirse en una de las crisis más devastadoras de su historia, culminaba también el prolongado y humillante sufrimiento que padecíamos los que abrazamos esta pasión inexplicable llamada Racing Club de Avellaneda.
Fue un día como hoy, el jueves 27 de diciembre de 2001, que la mística de un puñado de jugadores, de la mano de "Mostaza" Merlo, lograba dejar atrás 35 años de frustraciones deportivas; pero también de las otras... esas que llevaron al club a sucumbir económicamente y a quedar a un pequeño paso de la desaparición.
Ironías del destino, los colores celeste y blanco de la gloriosa camiseta académica flamearon como bandera victoriosa en medio de un país desolado, que ya venía derrumbándose desde los ‘90, tal como lo había sufrido el propio Racing a fines de esa década infame.
Alguna vez alguien escribió que la Argentina y la Academia se parecían demasiado, sobre todo por sus permanentes frustraciones. Pero aquella malintencionada comparación sucumbió a la realidad, porque casi al mismo tiempo que el país explotaba en mil pedazos, los racinguistas estallábamos en un alarido que -les puedo asegurar- se escuchó desde la Luna.
Raras sensaciones recorrieron nuestros corazones por aquellos días. El 20 de ese particular diciembre, imágenes de terror se instalaron en nuestras retinas cuando la televisión nos mostraba, en vivo y en directo, la cruenta represión policial, los muertos en Plaza de Mayo, de la Rúa huyendo en helicóptero como un cobarde, los saqueos a la desesperación y tantas otras "postales" de un país que queremos dejar atrás definitivamente.
Y apenas una semana después, la locura desbordante de un campeonato esperado por décadas. Era un sueño que, por fin, se hacía realidad, porque a lo largo de aquellos interminables años de sequía, los cachetazos de los sinsabores cotidianos nos habían despertado muchas veces. Pero siempre, créanme, con un inmenso dolor futbolero.
Hoy, a 10 años de aquel memorable 27 de diciembre, vemos una Argentina muy diferente. Una Argentina que crece a paso firme, que procura cerrar viejas heridas con justicia e igualdad de posibilidades para todos, y que está saldando la histórica deuda que tenía con su pueblo.
Racing, del mismo modo, dejó de ser un club con problemas insolubles, dirigentes inescrupulosos, empresarios oportunistas y jugadores manoseados. Imposible decir que todo sea maravilloso, pero está muy lejos de aquellas épocas de recuerdos aciagos.
Sin merecerlo, creo que sufrimos demasiado, aunque sabemos que el amor es incondicional. Estuvimos (siempre) en los malos momentos, después de cada derrota, en la "B", cuando el equipo fue alquilado, durante la quiebra... en fin, en todas y cada una de las tristezas que los ineptos de turno cargaron injustamente sobre nuestras espaldas.
Por eso, como lo escribí en estas mismas páginas hace exactamente 10 años, hoy lo repito hasta el hartazgo: de amor, locura y pasión sabemos más que nadie. ¡Y de aguante, ni les cuento!
Los que piensen lo contrario, que primero sufran el calvario que supimos conseguir... y después hablamos.