El camarista René Gandarillas le impuso ayer una condena unificada de dos años y cuatro meses de prisión de cumplimiento efectivo a un joven trabajador de la construcción, oriundo de Oliva, que confesó haber comercializado objetos utilizados en la industria láctea, robados en la zona rural de aquella ciudad.
Se trata de Walter Fabián Burdino, de 23 años de edad, quien recibió una pena de un año de cárcel, con declaración de reincidencia, tras ser hallado culpable de “encubrimiento agravado” por un ilícito cometido en enero pasado.
Pero como registraba un antecedente penal computable, dictado por la misma Cámara del Crimen de Villa María el 23 de agosto de 2010 (tres años de prisión efectiva, también por delitos contra la propiedad) debieron unificarse ambas sentencias.
Burdino, apodado “Lagrimita” por un tatuaje con forma de lágrima que lleva debajo del ojo derecho, admitió que había vendido cuatro tachos de leche que habían sido sustraídos en un campo olivense.
Como no se pudo probar la responsabilidad penal del sospechoso en la sustracción de dichos elementos, llegó a juicio imputado como supuesto autor de “encubrimiento”, delito que se vio agravado porque los mismos habían sido vendidos pese a su procedencia dolosa.
El hecho por el que Burdino fue nuevamente procesado se produjo a mediados de enero del año que está por concluir, y terminó entre rejas porque tenía antecedentes en razón de encontrarse en “libertad condicional” desde fines de agosto de 2010.
Además del juez Gandarillas, intervinieron en el proceso oral y público el fiscal de Cámara, Francisco Márquez, y el abogado craikense Manuel Antonio Toledo (ejerció la Defensa del acusado), mientras que el secretario actuante fue Roberto Jue.
Como Burdino admitió haber cometido el delito que se le atribuía, el juicio fue de trámite abreviado, por lo que no se receptaron pruebas testimoniales en la sala de audiencias ubicada en el quinto piso de Tribunales.
La confesión de “Lagrimita” derivó en los alegatos de las partes, oportunidad en la que el fiscal Márquez solicitó la pena finalmente aplicada, producto de la unificación de la condena de un año de prisión impuesta por el “encubrimiento agravado” y parte de los tres años efectivos que tenía pendiente desde el año pasado.
El abogado defensor adhirió al pedido del Ministerio Público, con lo cual Burdino recibió la condena de dos años y cuatro meses, que deberá cumplir casi en su totalidad ya que -por tratarse de un reincidente- no podrá acceder a la “condicional”.
En efecto, el albañil olivense tendrá que completar un año y 10 meses para, recién entonces, requerir el beneficio excarcelatorio de la “libertad asistida”, que permite el egreso seis meses antes del cumplimiento total de la pena impuesta.
De este modo, si Burdino observa buena conducta durante el período de detención, estará en condiciones legales de dejar la cárcel de barrio Belgrano entre mediados y fines de noviembre de 2012.
Walter Burdino nació en Oliva el 25 de abril de 1988 y se domicilia en aquella ciudad, donde al momento de ser apresado estaba trabajando como peón de albañil.
En abril de 2010, cuando ingresó ilegalmente a dos viviendas olivenses, en una de las cuales perpetró un hurto, Burdino no sólo fue identificado porque se trataba de un sujeto conocido para sus víctimas, sino porque una indeleble característica fisonómica lo dejó al descubierto: la pequeña lágrima tatuada sobre su mejilla derecha lo delató de inmediato.