Para cuando el larga duración titulado "Head games" (Juegos primarios) había alcanzado su punto máximo de ventas en todas las disquerías del mundo, el grupo liderado por Mick Jones, los Foreigner, ya estaba firmemente asentado como una de las principales bandas de rock de entre todas las que llenaban grandes espacios (entiéndanse, gigantescos recitales). Tras haber soportado ácidas críticas por el hecho de haber concebido un sonido demasiado pulido, el grupo hizo un esfuerzo para sonar de manera más amplia, más popular. Indudablemente la canción de apertura titulada "Dirty white boy" (Sucio y blanco muchacho) fue la que confirmó y asentó esa intención inicial para el gran objetivo, el de quedarse con la preferencia de todos los públicos posibles. Mick Jones tuvo que soportar además acusaciones sobre un supuesto tono racista incluido en la canción de referencia, imputación que él mismo rechazó de manera categórica. El larga duración incluye el prototipo de canciones que identifica a los Foreigner desde siempre, algunas canciones descarnadas y grandiosas obras de clásico rock como es el caso de "Love on the telephone" (Amor en el teléfono) y la exultante "The modern day" (El día moderno). Por cierto, la fundacional obra que titula a la placa, "Head games", se convirtió en otro estupendo éxito que se quedó con uno de los 20 peldaños de entre los 20 más solicitados y adquiridos en los Estados Unidos.

s El libro de la
mucama de Lennon

Estando en Madrid, de visita en casa de mi único hermano, me entero de que la mucama de John Lennon (gallega nativa y casada con un argentino de Mar del Plata) había lanzado al mercado un libro titulado “En casa de John Lennon”.
Inmediatamente lo adquirí en una de las más grandes librerías de la capital española, en plena gran vía, y en una vecina cafetería de la zona comencé a desgranarlo renglón por renglón. Me enamoré del relato, diáfano y distendido, que la autora supo aplicarle a la obra. Algo me decía que debía llamarle a Rosaura López Lorenzo, la responsable, pero ¿cómo hacerlo? Tomé datos de una tarjeta navideña que Lennon y Yoko le enviaron desde Japón a Rosaura para saludarla por las fiestas y la envié al edificio Dakota en el Central Park de Nueva York, donde residía la familia Lennon. Por cierto en mi relato puse únicamente lo verdaderamente espontáneo de las cosas que me conmovieron con ese relato casero y auténtico y, como respuesta, no tuve la voz de Rosaura.
Su hijo Robert, presente en algunas fotos del libro cuando era un niño posando con el segundo hijo de John y Yoko, me habló (porque yo dejé mis datos en la misiva que les envié) y me comunicó que su madre había fallecido en un viaje de vacaciones a su tierra natal. Pero me dijo que guardaban con mucho afecto esas líneas escritas desde el corazón, producto de contar lo que a uno le pasa y siente. Una respuesta por demás satisfactoria.

Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO