Durante los meses de enero y febrero de cada año, aprovechamos la ocasión para mostrarle a los lectores de nuestro suplemento las producciones literarias de escritores de Villa María y la región. Este es un momento en que hacemos una pausa a nuestras habituales notas y entrevistas para disfrutar del placer de la lectura literaria.
Iniciamos el primer domingo hábil de este nuevo año, presentándoles a tres poetas de la ciudad que han editado recientemente nuevos libros. Hablamos de Eduardo Cichy con “Fauna”, Fernando de Zárate con “Instamatic 25” y Magdalena Castro con “Es todo lo que ofrezco”.
Lo que sigue es una de las lecturas posibles a estas publicaciones; intenta contarle a ustedes de qué trata cada texto para, finalmente, ofrecer una selección de obras de cada libro y autor.
Empezamos hoy y continuaremos en las próximas ediciones. Quienes deseen acercar sus trabajos para las “Lecturas de verano 2012” deberán hacerlo, únicamente, vía correo electrónico a la dirección de nuestro suplemento.
Hasta el próximo domingo.
Darío Falconi
eldiariocultura@gmail.com
Los bichos de Eduardo Cichy
“Fauna”. Así, de esa manera, Eduardo Cichy llamó a su último poemario. En él compila de manera orgánica y temática aquellas composiciones que guardan relación con lo animal en sí mismo, pero también lo animal intrínsecamente ligado a lo humano.
A través de una huella humana impresa en la arena, se nos anuncia desde la portada de este libro el guiño literario que nos hace este autor tan ocurrente. Cichy logra establecer una finísima relación entre los actores de cada verso con las actitudes de nosotros mismos. ¿Cuánto humano hay en cada reflejo animal, cuánto animal hay en cada actitud humana? Desde el inicio el autor plantea situaciones para pensar(nos). En versos breves y certeros nos muestra, en cada poema, un momento que se cierra con el verso final, pero que logra completarse en plenitud en ese instante en que nos ponemos en situación y podemos proyectarnos a través de las palabras.
Cucarachas, ratas, serpientes, gusanos, arañas… esos insectos a los que muchas veces tememos o aborrecemos, están aquí presentes para su defensa poética, para comprender sus realidades, en las que muchas veces el ego humano, la soberbia de creernos nosotros y nada más que nosotros, hacen que los sintamos como peligrosos cuando, en realidad, no son ellos quienes nos amenazan, sino nosotros a ellos. Dice el poeta en uno de sus escritos: “Ahora comprendo /por qué las ratas / trajinan por los tirantes // es que más abajo/estamos nosotros.”
Para aquellos que aún no sepan quién es Cichy, les diremos que además de ser un prolífico poeta y narrador, es el editor de sus propios textos en los que permanentemente busca nuevos sentidos y maneras de decir las cosas. Así es “Fauna”, su bestiario, un animalario que despliega en un tapete veintisiete composiciones que ofrecen a los lectores como las artesanías que exhibe en su puesto de artesano ambulante.
En “Fauna” se hace presente la carne, la sangre, la ferocidad, la estupidez… y así podríamos seguir mencionando elementos que aquí se contienen; pero no se asuste, lector, en el prólogo las palabras del poeta ya nos tranquilizan: “Sólo es un libro de poesías”.
Fernando de Zárate para revelar
Emulando el ojo crítico con que los fotógrafos recortan el mundo para nosotros, el poeta logra plasmar en versos instantáneas de un momento efímero, imperceptible muchas veces para nuestros ojos.
En “Instamatic 25”, Fernando de Zárate agudiza su visión de poeta para mostrarnos momentos de una ciudad que le pasa antes sus ojos, pero que no lo deja indiferente. Sentado en su mesa de café, logra percibir como la Villa María de su infancia, de su juventud y de su adultez va mutando para su agrado y, muchas veces, para su lamento. Sus versos nos cantan la cotidianeidad de una ciudad y la de sus personajes, que son los que solemos cruzar a diario en nuestra travesía por las calles.
Por su lente se aparecen: empleados de telefonía bajo el abrazador sol del mediodía, que suben por escaleras que “no encamina(n)/al cielo”; se aparece “Cachito Corazón/(a quien) le salió/la muerte al cruce/en el bulevar Alvear”; niños anónimos que cercanos a la medianoche “juegan al fútbol/con cajas de cartón/desarmadas a patadas” o pintorescos “hombres/de Senegal/(que) parados en la esquina/venden/relojes/collares/anillos/cadenas”.
La cámara del poeta es aun más poderosa que la del fotógrafo porque, además de inmortalizar momentos de la actualidad, permite retratar imágenes del pasado. Así lo hace cuando expresa en uno de sus poemas que “Francis/cruza la calle/bufanda azul/y casco en mano//la ciudad/-no ésta-/la que se fue/la que no miró/la que capturó/sus ojos/está intacta en su cámara/preservada sólo/por sus fotos.” Pero aun hay más; la cámara del poeta permite retratarlo en sí mismo, en momentos que han marcado su vida, como lo fue desempeñando su rol como docente rural que lo llevó a trasladarse como un llanero solitario por las pampas cordobesas, “Un 3 CV amarillo/me aseguró trabajo//veinte años,//en la ruta/nunca/pasaba los ochenta-hora//era modelo ‘74”.
Encontramos aquí a un de Zárate menos críptico que aquel al que estamos acostumbrados. Este nuevo libro no sólo expone nuevas creaciones, sino que muestra un nuevo estilo en su escritura, totalmente diferente a sus anteriores poemarios. Para ello, de Zárate viaja al pasado y rescata de sus recuerdos la vieja Instamatic 25 que le fuera regalada y vuelve a la actualidad para tomar y revelar las imágenes que han calado hondo en su interior.
Magdalena Castro, derrumbando fronteras
Recién salido del horno, como un pan que se “amasa (…), madrugada de por medio”, Magdalena Castro nos presenta su nuevo poemario, luego de varios años de su anterior “Después de mí”. Y el tiempo da cuenta del cambio, de cómo esa masa poética leuda mejor a través de los años, de cómo trabajando la palabra se logran mejores resultados. Un crecimiento que, en parte, es estimulado por la tarea de taller y, por el otro, el deseo de la escritora de superarse en cada verso, en cada palabra que se plasma en el papel.
“Es todo lo que ofrezco” pone sobre la mesa casi una treintena de composiciones en los que la poeta se irgue y, desde su mirada amplia, nos habla del amor que ya no regresa, pero que se ha convertido en esencia intrínseca a su ser; que nos grita el dolor del desgarro que queda atrás y que es preciso superar; que intenta romper el estentóreo silencio y acallar el llanto de los perros que se cuelan en la madrugada... este poemario es, además, la expresión de una mujer que, a pesar de los escollos, sigue adelante “como una hormiga cargando su palabra”.
Dice Magdalena Castro en su Poema XXV “soy otra./Escarabajo/que sortea/arenas/y heladas.//Soy otra./Balbuceos/de hojas/y de orugas.//Soy otra./Existencia/sin quejas;/calla/olvida/sin mirar/hacia atrás.” La capacidad del poeta de ser uno mismo y transmutarse en lo demás, le posibilita decir las cosas de las formas más diversas. Susana Zazzetti, poeta, profesora y tallerista, ha dicho que “Magdalena Castro -poeta en esencia- camina por el mundo de la literatura y observa con su yo poético a la soledad, la indiferencia y el hastío que pueblan toda existencia humana. Su estilo particular -salvador o condenatorio- habla con la seguridad y la transparencia de la persona que encuentra la certeza en la palabra. Poesía que se despoja de todo sentimentalismo uniforme y se convierte en libertad poética interna y externa para representar realidades fuertemente contrastantes con toda retórica. Esta edición de 28 poemas, de verso libre, sin grandilocuencia, va desde el dolor hacia el amor - ternura, como un ángel salvador que derrumba fronteras.”
Magdalena Castro nos ofrece más de lo que dice ofrecer. Su último poema logra concentrar en pocos versos la esencia esparcida a lo largo de libro: “Es todo lo que ofrezco:/palomas en vuelo,/caballos blancos,/ventanas abiertas;/y un pie/bendito/que aplasta/a la serpiente.”
Poema XXVI
Magdalena Castro
No vi llorar
al hombre
ni suplicar
piedad
ni olvido
ni en su mirada
orgullo,
ni maldecir
las voces
que lo hirieron.
Vi un
hombre que carga
oscuros laberintos
con su peso.
Poema X
Magdalena Castro
Se mira
sigilosamente
en el espejo
turbio.
Busca un hueso
pero encuentra
tan sólo
un remolino
que desfigura
su hocico.
Cabizbajo
se va
como vino
con las tripas vacías.
XX
Magdalena Castro
Verano
Reptiles en urdimbres,
masajeando el suelo.
La tierra con sudor
de sombras.
Y el arroyo que apenas
se sentía.
Y yo ahí
entre el cielo
y las piedras,
la fuerza del viento
me traía
el calor de una voz.
Alrededor
Fernando de Zárate
noche de calor
en el departamento
de enfrente
la viuda
en su radio escucha
a Paul Anka
alrededor
duermen vecinos
en los patios
lejos,
autos policiales
taladran el silencio
con sirenas
yendo
quién sabe dónde.
No
Fernando de Zárate
en el paso
a nivel
de calle Mendoza
para incomodidad
de transeúntes
construyeron laberintos de caño
que pintaron
rojo y blanco
a ambos lados
de la barrera
es sabido
ahí
no estará nunca
el Minotauro.
Ante todo
Fernando de Zárate
mientras los viajantes
rosarinos cenan
en la teve muestran
desalojo de artesanos
salideras bancarias
pibes que aspiran “fana”
después
suenan celulares
a todos ellos los convoca
la deshora
los íntimos
la distancia
en Le Magot
la noche es
ante todo
un canal de noticias.
Dios
Eduardo Cichy
Dios
dotó a los hombres
con un escaso grado de razón
tal vez
para compensar
Su otra condición:
la estupidez.
Pertinaces
Eduardo Cichy
Pertinaces
inexpugnables
execrables
incansables
insaciables
recalcitrantes
incorregibles
impenitentes
irreductibles
intransigentes
tenaces
rebeldes
renuentes
perseverantes
resistentes
inmortales.
No.
No hablo de ustedes, Señores.
Hablo de las cucarachas.
Desde el origen
Eduardo Cichy
Desde el origen
proliferan, subsisten
y permanecen.
Algunos vuelan
otros
caminan o se arrastran.
transmiten enfermedades
viven entre la basura
y les da igual
un palacio
o una villa miseria
el frío o el calor
la suciedad o el brillo.
Todo es comestible
y de ser necesario
matan
para obtener alimento.
Es natural
son seres humanos.
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