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9 de Enero de 2012
Historias de vacaciones - Villamarienses por el mundo
Cantando el Himno Nacional en el mar de Galilea
Después de desearlo durante muchos años, Doris pudo concretar su viaje a Israel. Allí se emocionó con el lugar del nacimiento de Jesús
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Lugar exacto del nacimiento de Jesús en Belén - Doris junto a la representación de Cristo cuando le encomienda a San Pedro ser pescador de hombres, en Galilea

En ésta, la primera de una serie de notas, se nos ocurrió reflejar aquellas historias de viajes soñados que han tenido a villamarienses como protagonistas.
La idea es compartir con los lectores las experiencias vividas por nuestros vecinos en tierras remotas, ésas que tal vez sólo podamos conocer a través de sus ojos.
En esta oportunidad, Doris Daghero nos cuenta su viaje por el mundo y nos lleva, mediante su relato, a recorrer Israel, haciéndonos partícipes de sus vivencias, de lo que la maravilló y no tanto, de lo que le impactó y de lo que la emocionó hasta arrancarle una lágrima.

“En lo poco que he viajado he tenido muy lindas experiencias y lo he disfrutado mucho”, confiesa Doris.
“Uno de los deseos míos de toda la vida había sido ir a conocer Israel a través de la Iglesia Católica en la que estuve tantos años trabajando, yendo y tratando que mi familia siga siendo devota. Entonces cuando me propusieron el viaje enseguida acepté, aunque me dio un poco de miedo ya que no era corto, estuvimos un mes dando vueltas. Para gente más joven es una experiencia que tal vez se viva más intensamente, pero para mí era un anhelo que tenía toda mi vida”, agrega.
El viaje, encabezado por el padre Pedro Luchesse, se organizó con un grupo de asistentes a la Catedral villamariense y personas de otras localidades cercanas, entre otras, Bell Ville.
El grupo visitó Israel, Jordania, Egipto e Italia en el año 2010.

Lo que más me impactó

“Es una forma de vida totalmente distinta de la nuestra, la gente vive permanentemente, durante todo el día, la religión”, cuenta Doris y agrega que “el cambio de horario, al principio, repercutió un poco y costaba adaptarse”.
También relata que Israel “tiene sus zonas modernas y de gran actividad comercial, pero también tiene sus pueblos interiores que todavía conservan toda la tradición de miles de años atrás”.
“Nos llamaba la atención las callecitas de ciudades como Nazareth, Jerusalén, que son empedradas, con recovecos, en las que pueden pasar una bicicleta o una moto chica, pero nunca un auto. Tan distinto a nuestras ciudades y a nuestra forma de vida...”, añade.
“Las mujeres casadas con sus vestimentas hasta el suelo y sus caras cubiertas con el velo... los negocios uno al lado del otro con las ropas colgadas, tan pintoresco y bello”, enumera.

Lo más emotivo

“Fue llegar a Nazareth y entrar en la iglesia en la que está la gruta donde tuvo la carpintería San José, donde vivió Jesús en su infancia, ahí están las ruinas (de la carpintería) en el subsuelo. En ese lugar el padre Pedro nos dio la misa”, recuerda.
El grupo, por lo numeroso, se dividió para hospedarse y a Doris le tocó alojarse en el convento de los franciscanos que se halla enfrente de esa iglesia de Nazareth.
“Más de una vez, a la noche, me cruzaba la calle porque era un estado místico, profundo, emocionante, lloré muchísimo y fue lo que más me afectó emocionalmente. Más que el Santo Sepulcro de Jerusalén o cualquier otro lugar en el que estuvimos”, afirma.
Doris cuenta que esa zona fue tantas veces invadida y destrozada, que hay construcciones nuevas sobre las ruinas de las antiguas, cuyos restos permanecen en los subsuelos.
“Estuvimos también en la casa de San Pedro, que hace poco que se descubrió y donde arriba se construyó una iglesia, en el subsuelo se ven los restos de lo que fue la casa de Pedro”, explica.
“Fue muy emocionante también cuando visitamos el mar de Galilea, porque embarcamos en una balsa construida con palos de troncos de árboles como en la época de Jesucristo y en eso nos llevaron a navegar. En un momento dado, como éramos casi todos argentinos, el señor que conducía la embarcación sacó una Bandera argentina y empezamos a cantar el Himno Nacional. Fue de lo más emocionante para todos los que estábamos, fue algo que nos salió de adentro”, dice con una sonrisa.
“Otro momento emocionante fue cuando llegamos al río Jordán, al atardecer, y había un grupo evangélico con sus túnicas blancas en medio del agua, bautizando a sus fieles con música. Como era tarde, no pudimos hacer la ceremonia de bautismo y sólo trajimos agua de recuerdo en unas botellitas”, cuenta.
Doris recuerda que el río Jordán tiene una vegetación muy parecida al río nuestro, el Ctalamochita, tiene las mismas curvas y recovecos, el mismo color de agua y muchos árboles a las orillas.
Finalmente, señala que “otra de las emociones grandes fue al pie del monte Sinaí, cuando en un atardecer con un calor tremendo, justo con la caída del sol, el padre Pedro dio la misa, mientras una de nuestras compañeras de grupo tocaba la guitarra y nosotros cantábamos”.

Lo más bello

Después de Israel, el grupo se dirigió a Jordania.
“Estuvimos en Petra (Jordania), que es una belleza fabulosa, con su desfiladero, sus montañas de piedra rosada, inmensas, uno se sentía pequeñito como una hormiga allí adentro”, asegura.
“Llegamos a la plaza donde están los templos tallados en la piedra desde hace cientos de años antes de Cristo y están como si fueran recién hechos. Es una barbaridad cómo se conservan y la belleza que son esas construcciones”, agrega.
“Eso fue mucho más impactante que las pirámides de Egipto”, aclara.
De Jordania, el viaje siguió por Egipto.
“La ciudad es inmensa, tiene una zona moderna y otra antigua, de mucha pobreza. Yo siempre creí que las pirámides egipcias estaban solas en el medio del desierto, pero termina la ciudad y cruzando la calle se ve la esfinge y las pirámides”, explica.
“Sí, son construcciones majestuosas, pero quedaron dentro de la ciudad al estar tan extendida la ciudad de El Cairo. Son imponentes, son inmensas, pero yo tenía otra idea. Ya conocía las pirámides mayas de Chichén Itzá, en México, y me gustaron más que las de Egipto, porque están mejor conservadas, más talladas, más ornamentadas, tienen otra arquitectura”, cuenta.
“Las pirámides de Egipto son moles inmensas de piedra, pero lisas, sin ornamentación. Para entrar a ellas había que subir unos peldaños altos hechos en la misma piedra y pasar por una puerta que parecía un hueco, del que salía mucho olor a humedad, por lo que yo no entré”, señala.

Lo que no me gustó

“Lo que me impactó por desagradable, tal vez por los principios que uno trae con su educación, fue un barrio en Egipto donde está el antiguo cementerio y la gente edifica arriba de las tumbas de sus muertos. Están las tumbas altas y sobre ellas dos o tres pisos construidos donde viven los descendientes de esos muertos. Es sólo un barrio, no es todo El Cairo, no sé si eso es así por cuestiones económicas o por cuestiones de creencias religiosas”, dice.
“En Jerusalén lo que más me desagradó fue ver la cantidad de chicos de 15 ó 16 años con ametralladoras en las manos, por las calles. Son los que hacen el Servicio Militar mientras estudian”, confiesa Doris.
“Cuantas veces salíamos a la noche de los conventos de las monjas que se han transformado en hosterías u hospedajes, donde parábamos, íbamos al centro y en las calles veíamos a estos chicos armados, vigilando”, añade.
Doris indica que no vio escenas de violencia ni tiroteos, pero fue desagradable que “cada vez que entrábamos al Muro de los Lamentos teníamos que pasar por los mismos controles militares por los que se pasa para entrar en Jerusalén. Entrábamos de a uno y éramos revisados de arriba a abajo, debíamos pasar los bolsos y carteras por detectores, y estaban los policías con los perros custodiando”.
Belén está al lado de Jerusalén como si fueran Villa María y Villa Nueva, pero los separa una muralla donde están las entradas a Jerusalén, con los puestos militares.
“Cada vez que entrábamos a Jerusalén subían los perros al ómnibus, nos hacían bajar a todos y nos revisaban de la cabeza a los pies, todo eso me pareció horrible. Esto ocurría tanto para entrar como para salir”, completa.

Lo más divertido o gracioso

“Fue la ida al mar Muerto porque no podíamos tenernos en pie, nos caíamos, nos tapaba el agua y nos llenábamos de barro”, asegura Doris.
“Otra de las cosas graciosas que nos sucedieron fue en Egipto, porque en el hotel donde parábamos se hacía una fiesta de casamiento y nosotras estábamos paradas en la puerta mirando a los novios, entonces el padrino nos hizo entrar y después nos sacaba a bailar”, cuenta entre risas.
Pero tal vez lo más gracioso lo vivió en Roma, Italia, donde estuvieron ocho días para finalizar el recorrido.
“La caminamos de arriba a abajo a la ciudad. Estuvimos en la misa del Papa para que nos dé la bendición, después fuimos a las catacumbas, a la Capilla Sixtina, al Coliseo y a la noche íbamos a Plaza España o a Piazza Navona, que son los lugares donde se junta toda la juventud y los turistas”, relata.
En Piazza Navona hay muchos artesanos que venden sus productos, en una de esas noches se encontraron con un joven que exhibía unas bolas luminosas sobre su alfombra en el suelo.
Doris cuenta que le dijo a su compañera de paseo: “A esas bolas luminosas las vi en Carlos Paz”.
“El artesano me mira y me dice: de ‘ahi’ vengo. Ni siquiera de ahí pronunció, me dijo de ‘ahi’”, explica Doris riendo, y agrega que el joven le preguntó: “‘¿No tienen un poco de yerba?, porque estamos sin plata...’ ¡típico cordobés!”.

Lo que extrañé

“Al principio costaba la diferencia de horario, estábamos medios perdidos con la hora, pero después eran tantas actividades de la mañana a la noche que realizábamos, que no teníamos tiempo de extrañar mucho. Recién después de un mes de dar vueltas nos dio ganas de volver a casa”, afirma.

Lo lindo de volver a casa

“Fue encontrarme con la familia, con los amigos, como quien dice: la alegría de volver al terruño. La alegría de estar en casa otra vez. A mí me encanta viajar, pero volver rápido a casa”, asegura.
-Si tuviera que elegir un lugar donde volver, ¿sería éste?
“Por ahora no, todavía tengo las cosas muy recientes y profundas, no sé más adelante”, concluye.

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