Osvaldo es un comerciante local que sabe mucho de visión. Por eso tal vez, al realizar un trámite en el Palacio Municipal, debe haber sentido que le costó “un ojo de la cara”.
Es que el contribuyente tuvo que efectuar una simple gestión para cambiar el nombre de la propietaria del negocio. El nombre, únicamente, porque el apellido sigue siendo el mismo.
Antes que los fuegos artificiales iluminaran el cielo despidiendo el año, la baja de la antigua titular tenía un precio: 28 pesos.
Pero, con el nacimiento de 2012 las cosas cambiaron.
“Hubo aumento”, le dijeron. Osvaldo pensó ‘costará 60 ó 70 pesos’.
Cuán equivocado estuvo. El dependiente le tiró el precio: 364 pesos. No hubo calculadora capaz de estimar el porcentaje de incremento de “la baja” que en realidad estaba en suba por esas extrañas cosas de la vida.
Pero, la historia no concluyó. La siguiente sorpresa ya le empezó a pegar en el otro ojo. “Ahora debe hacer el alta y cuesta 602 pesos”.
No hubo energizante que lo sacara del bajón al bolsillo. Casi mil pesos en un ratito. Y menos mal que no tiene un quiosco porque si le agregamos Bromatología eran 300 mangos más.
Desesperante.
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