Hace 27 años había ingresado a la cárcel de Villa María como psicóloga, para ser parte de los equipos técnicos del Establecimiento Penitenciario Número 5. Llegó a ser jefa del Servicio clínico-criminológico, en el cual se concretaban estudios psicológicos y sociales iniciales a las personas que eran privadas de la libertad para incorporarlos en la progresividad del régimen penitenciario. Logró alcanzar la Subdirección de la institución carcelaria y luego sus superiores la designaron directora. Fue en febrero de 2008. Ahora, acaba de jubilarse.
Estela Grognoletti dejó la conducción del establecimiento de barrio Belgrano a fines de 2011 y es remplazada en el cargo por el médico Carlos Cortez.
Uno de los ejes de su gestión fue una gran apuesta a la educación de los internos. Había trabajado mucho por ellos desde su rol de psicóloga, pero cuando alcanzó los puestos principales de la cárcel también (confesaría tiempo después a la prensa) se interesaría, de la misma forma, por la comodidad y la contención del personal que desempeña sus tareas allí.
Su dirección no pasó desaparecibida. Impulsó talleres para que los presos tuvieran la posibilidad de aprender dibujo, electricidad o teatro, hizo foco en lo educativo y generó firmas de convenios con la Universidad Nacional de Villa María, el Inescer y la Católica de Salta, entre otras instituciones, en pos de darle herramientas a la población carcelaria para, en el egreso, aumentar sus posibilidades de una correcta inserción social.
También fue polémica: en 2007 admitió, en una entrevista con EL DIARIO, que en las cárceles ingresan drogas, lo que devela la personalidad de la profesional.
No pudo, sin embargo, contener diversas problemáticas que abundan en los establecimientos de este tipo en el país, vinculadas al hacinamiento, por ejemplo.
De bajo perfil en los últimos tiempos, trascendió que su jubilación le alivió la tensión que sufrió en su última etapa. Estaba angustiada por el hacinamiento carcelario, hecho que este matutino reveló en 2011, ya que es tal la cantidad de personas que se hallan privadas de su libertad en el edificio de barrio Belgrano que nuevos presos son trasladados a otras unidades penitenciarias.
Dejó el cargo temiendo que el sistema colapse. Comienza otra etapa, esta vez con un hombre al frente, quien hace más de veinte años trabaja en el penal y que venía ocupando la Subdirección.