Sobre el Patronato

Señor director:
Quiero dirigirme a la ciudadanía para contar los malos tratos que ocurren en el Patronato de la Infancia hacia mi persona. Yo trabajo hace 21 años en la institución y vengo sufriendo y soportando en los últimos años malos tratos y falta de respeto en forma reiterada por una empleada administrativa, esta señora es Celia Cabezas.
El último suceso de agresión que colmó mi tolerancia hizo que realizara una exposición en la Policía. Este conflicto surgió cuando fui a recibir mi pago correspondiente por la tesorera, que en ese momento no se encontraba, y ahí me crucé con Celia. Ella me agredió verbalmente echándome del lugar sin razón, yo trataba de explicarle que había ido a cobrar, pero se enojó de todas formas.
Esta no es la primera discusión, ya he pasado varias en la que he salido perdiendo porque me han llamado la atención y hasta suspendido por su culpa.
Yo creo que esta persona tiene algo personal contra mí, porque al resto de las personas no las trata mal, pareciera que soy su blanco para las agresiones, en consecuencia tantos disgustos han repercutido en mi salud.
Espero que este tipo de situaciones no se repitan con ningún empleado, ya que se hace una carga muy pesada el ir a trabajar en condiciones que prevalece el desprecio y la falta total de respeto.
Ojalá que esta nota sirva para que estos malos tratos que incluyen agresiones, discriminaciones, insultos, se terminen y se difunda para que las autoridades de la institución intervengan y así poder solucionarlo, de lo contrario deberá intervenir el Ministerio de Trabajo y la Justicia.

Liliana Rossetto
DNI 18158099



Derechos de autor de los escritores

Una serie de artículos fueron publicados en estos días a raíz de las declaraciones del presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Alejandro Vaccaro, explicando que la entidad se propone cobrar -a partir de febrero- un monto mensual a las radioemisoras en concepto de derechos de autor por la difusión de obras literarias o sus fragmentos. La suma sería de alrededor de mil pesos. El 80% de lo recaudado para los escritores. El 20% para la SADE, por gastos de administración. Finalmente, Vaccaro señaló su esperanza de que en lo venidero los escritores perciban al menos un honorario mínimo cada vez que dan una conferencia.
A nuestro juicio todo lo expresado merece el máximo apoyo. Sólo que extenderíamos lo del “honorario mínimo” a: participación como jurado, redacción de una crítica literaria, publicación de una nota o un artículo y todo cuanto implique la realización de un trabajo de escritor.
Hasta hace tres décadas, al empezar cada año, la SADE emitía un comunicado -que era publicado por los suplementos literarios- indicando las cifras mínimas que un escritor debía recibir a cambio de la realización de estos trabajos. Luego, esta sana costumbre se perdió.
Conocemos que la iniciativa de SADE ha merecido críticas. Se ha dicho que de concretarse las radios no permitirían que los poetas difundan sus obras o que dejarían de leerse párrafos de autores nacionales. Que las radios impedirían el acceso a los poetas...
Quienes somos escritores profesionales tenemos la certeza de que nada de eso ocurrirá. Las radios son empresas comerciales que entienden cómo funcionan los negocios. Por eso pagan mensualmente a Sadaic por difundir música. También hacen lo propio con Argentores y AADI, la asociación de intérpretes.
A nuestro entender la diferencia entre instituciones como Sadaic, AADI o Argentores en relación a la SADE es que las tres primeras están conformadas por creadores que tienen bien en claro su condición profesional. Eso no es lo que ocurre en SADE y no por lo que suele decirse de que en la Argentina casi ningún escritor puede mantenerse sólo con sus derechos de autor. Este argumento es inválido. ¿Cuántos socios de Sadaic, AADI o Argentores ganan dinero sólo con su tarea creadora? La gran mayoría tiene otra actividad como trabajo principal. Pero eso no quita que tengan consciencia plena de que la creatividad es un trabajo que amerita recibir una suma de dinero a cambio de ejercerla.
Merece un párrafo aparte cuando se pide a un autor que dé una conferencia. La solicitud suele ser rematada con la frase: “Y al terminar lo invitamos a cenar”. Personalmente suelo decir: “Para cenar tengo, lo que sí les llevo es la factura con el monto de mis honorarios”. Con una mezcla de asombro, molestia e ira expresan entonces: “¿Pero entonces lo suyo es comercial?”. Una ignorancia generalizada al presuponer que el trabajador cultural debe ejercer su labor a título gratuito. Prejuicio que es necesario desterrar en su totalidad... Escribir es una profesión. Y toda profesión cuando se ejerce merece ser compensada con los honorarios correspondientes. Es válido para el plomero, el albañil, el médico o el ingeniero. Así como para quienes escribimos.

Antonio Las Heras,
socio vitalicio de SADE.
Fue secretario general (1998/2001)