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20 de Enero de 2012
Historias de vida - Ramiro Chanquía, el payaso del villamariense Circo Moskito
“En general, la gente aprendió a reírse de sí misma”
Dice que los villamarienses no nos reímos de lo mismo que ciudadanos de localidades de la región. Y que lo esencial es la risa sin caer en la burla
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“Burlarse de alguien es fácil, se suele agarrar a uno de punto y todos se ríen de él menos ése. Y no debe ser así”. Palabras de Ramiro Chanquía.
Lo conocen como “Chumy”, y forma parte del trío que le dio vida, en 2002, al villamariense Circo Moskito.
“¿De qué nos reímos los villamarienses? Bueno, no es fácil responderlo, porque hay muchos sectores de público en la misma ciudad. Pero en sí, debo decirlo, la gente aprendió a reírse de sí misma”, aseguró el joven.
“Nosotros tratamos de impulsar que la gente se ría de sí misma, siempre sin llegar a la burla, que es lo más fácil. Aprender a reírse de uno es fundamental para ser feliz. Esa es la clave”, sostuvo Chanquía.
Cuenta que “uno observa a alguien con nariz de payaso y ya le causa gracia”, pero advierte que la cuestión pasa por sostener ese estado de diversión.
Remarca que no nos reímos de las mismas cosas los villamarienses que los ciudadanos de otras localidades de la zona y cita a James Craik en ese aspecto. “Hay lugares muy particulares”, detalla.
“En Villa María somos muy prejuiciosos, existe un tema de las marcas que es muy fuerte. Quizás existe mucha diferencia entre el rico y el pobre. Nosotros trabajamos para todo el público”, señala el joven sentado en la Redacción de EL DIARIO, en la calurosa mañana de jueves.
“Es difícil hacer reír hoy”, confiesa mientras le dice, con sonrisa, a nuestro reportero gráfico que no quiere sacarse la gorra para las fotografías.
Y añade después: “Si uno busca un humor sano, inteligente y que no caiga en lo básico, es tarea difícil”.
“En la Argentina hay de todo. Tenemos excelentes humoristas. Para mí, Les Luthiers es palabra mayor. La gente se divierte mucho con espectáculos en Mar del Plata, Carlos Paz. Creo que a la risa como fin, la lográs con cosas simples, pero la verdad que es difícil hacerlo”, sostiene.
Cuenta que el Circo Moskito es para toda la familia, siendo un espectáculo posible para un niño o niña de 4 años a un abuelo o abuela de 90.
“Al no tener un público específico, tenemos que hacer reír a todos”, apunta en EL DIARIO.
“Nosotros estudiamos de qué se ríe la gente todo el tiempo. Y no se ríe lo mismo en Villa María que en James Craik. Se pueden llegar a divertir con lo mismo pero no a reírse”, aclara.
“La risa no es una finalidad en sí; buscamos entretener, divertir, demostrar. Por ahí, también tenemos una mirada pedagógica”, dice luego.
- ¿También provocan instancias de replanteo de diversas problemáticas actuales?
“No. El circo no es político como el teatro. En realidad, no nos hemos planteado nunca esto pero quizás de manera inconsciente tratamos de que la gente se despeje de esas cosas. Para eso están ustedes”, y lanza la carcajada.
Pasaron varios años desde aquel día que surgió el Circo Moskito (ver El inicio) y él está convencido de que esto es lo que quiere para su vida. “Trabajamos mucho en contacto con el público; estamos abiertos todo el tiempo a lo que sucede”, declara. “Por ahí surgen chistes, pero siempre tratando de ver lo que sucede de una manera divertida, sin dejar de respetar”, afirma como máxima.

“No sé cómo definirme”

El “Chumy” integra el Circo Moskito junto a Javier García y Mariana Pons (ver aparte) y describe que “somos tres payasos que hacemos malabares”.
“Tengo problemas a la hora de definirme. Me resulta decir que soy payaso. Javi es mucho más malabarista que nosotros. Realizamos destrezas de todo tipo pero no tenemos un rol definido. En los circos por lo general eso está bien determinado”, admite (ver La carpa tiene magia).
“Siempre surge el gracioso y el serio que hace de apoyo del chiste, pero en nuestro caso esos roles rotan. Hay un ida y vuelta entre esos papeles”, explica.
Elogia a “Mona” Pons por su gestualidad como mimo. “Para mí, es impresionante lo que hace”.
“Cuando actúo, hago de cuenta que ella no está y sin embargo para el público su presencia es indispensable. Casi no habla, pero participa todo el tiempo; es la encargada de llevar y traer las cosas y tiene una participación impresionante”, valora el joven.
Chanquía estudió la licenciatura en Diseño y Producción de Imagen y abandonó. Entonces, cuenta que el no saber qué hacer se tornó sumamente productivo para definir su futuro. Ingresó al Estilóbato y empezó a desarrollar fuertemente su vocación.
“Mi único objetivo es vivir de lo que me gusta. Perdón, me corrijo: hacer lo que me gusta, si no suena a vivir de alguien”, expresó.
“Mi relación con el arte siempre fue lo más lindo. Me olvido que soy artista plástico porque no tengo tiempo para dibujar, entonces no me siento artista, pero toda la vida dibujé”. Ramiro observa una de las computadoras de la Redacción y ve a Chaplin. “Es el payaso por excelencia. Siempre todos quisimos ser como él y uno siempre se inspira en alguien. Nosotros somos de mirar mucho obras de teatro, funciones en la calle y hasta el Circo del Solei. Sin embargo, no tengo a alguien en el cual me refleje en especial”, concluyó.

“La carpa tiene magia”

“Lo que hay hoy es una impronta de lo que se llama el nuevo circo. Casi no vemos el circo de la carpa”, admite Ramiro.
“No son los mismos que antes. El circo se abrió en todos los ámbitos: en el semáforo, en la calle, la televisión, la carpa y el teatro. Eso está buenísimo para la disciplina, pero particularmente siento que se perdió la magia de la carpa, de ese circo itinerante con sus camioncitos, sus traillers”, dice con nostalgia.
Los circos de carpa, desde su visión, vieron perder calidad “porque los artistas están en otros lados”.
“En lo personal, no es mi objetivo la carpa porque me gusta la calle, el contacto con el público. Por eso me encanta el teatro”, confiesa.

Los animales

Cuando se le pregunta su opinión sobre los animales en escena, advierte que “el gran problema es cómo se los trata”. “Hay circos que los tienen de la mejor manera; otros no”, apunta. “Hay chicos que no verían nunca un elefante si no fuera por el circo de carpa, y eso es único, forma parte de la magia que yo veo. No obstante, no deja de ser tremendo para ellos. Los animales tienen que estar donde tienen que estar y se puede hacer un espectáculo increíble sin animales”, expresa dejando en evidencia sus sensaciones contrapuestas.

Los inicios del “Chumy”

Ramiro recordó que Circo Moskito nació en 2002. “Con Mona (Mariana Pons) nos conocimos en el taller del Estilóbato y con el profe, Javier García, nos pusimos a trabajar los tres”, indicó.
No sabe exactamente por qué le pusieron este nombre. “Leímos mosquito y nos gustó como sonaba. La K es una cuestión marketinera. Sonaba bien pero no nos convencía como se veía, por eso le pusimos la K”, reveló.
No se detuvieron más. Ramiro dice que en 2012 se han propuesto entrenar a full.
Actúan en fiestas privadas, eventos, funciones y eso “nos lleva a seguir formándonos”.
“El circo es aprender del contacto con el otro, lo que se transmite del vínculo con la gente y los compañeros”, remarcó.
Ramiro es profesor de Teatro y también de artes plásticas. Dio clases de murga en la escuela primaria de General Cabrera y también dictó un taller de circo.
Empezó a hacer teatro a los 11 años y cuenta que, como todo chico, le llamó la atención el circo pero nunca pensó estar en uno.

Fotografías: 1) El Chumy, ayer en nuestra Redacción. “Es difícil hacer reír hoy”, aseguró
2) Chanquía haciendo malabares en la ruta. Confesó que no sabe cómo definirse

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