Siete adolescentes de 16 a 20 años se desempeñan laboralmente en el Lavadero Ecológico Nuevo Sol, en bulevar Vélez Sarsfield y las vías del ferrocarril.
Este es el espacio que diseñó la Municipalidad de Villa María con el aporte del Gobierno de la Nación y que posibilitó sacar de las calles, en donde se ganaban la vida limpiando vidrios de automóviles o efectuando otras changas, a jóvenes en situación de vulnerabilidad social.
Los chicos se convirtieron en socios, conformando una cooperativa.
EL DIARIO estuvo ayer en el lugar y dialogó con Cristian Destefanis, encargado responsable del lugar, y la trabajadora social Aldana Sequeiros.
“Los jóvenes se adaptaron muy bien a este trabajo, obteniendo herramientas sociales que les sirven para manejarse correctamente con la gente, dirigirse bien y demás”, fue lo primero que reseñó Cristian.
Hasta el logro de que incorporaran el hábito de usar el uniforme del lavadero fue tenido en cuenta por los profesionales a la hora de hacer un balance. “Nos costó muchísimo, pero incorporaron finalmente el uniforme y uno va observando que se fortalece el sentimiento de identidad”, subrayaron.
Matías Godoy es el presidente de esta cooperativa, trabajando aquí desde hace más de un año. Además, hay dos chicos de la Escuela Especial 20 que desarrollan tareas junto a los socios de la cooperativa.
“Existió una muy buena integración con los chicos de este colegio y hay que decir que nuestros pibes no estaban habituados a relacionarse”, valoraron Cristian y Aldana.

s Buena actividad

El lavadero abre sus puertas de lunes a viernes de 8 a 12 y de 16 a 20. Los sábados lo hace de 9 a 18. Existe además un sistema de socios y algunas promociones.
El encargado calculó que doce vehículos utilizan los servicios del lugar diariamente, aunque los sábados esa cifra llega a triplicarse.
Los costos del lavado son los siguientes: automóviles, 40 pesos; camionetas, 50 pesos; traffic, 75 pesos; motos, 15 ó 20 pesos. Se aconseja sacar turnos para viernes y sábado.
En tanto, haciéndose socio del lugar, se obtienen diversos beneficios, como tener un día y horario fijo en la semana para utilizar el servicio.

El perfil

Dos de los socios ya viven solos, habiéndose independizado de sus círculos familiares. Los demás residen junto a su familia.
En promedio, cada uno consigue obtener un ingreso mensual de 1.200 pesos en el lavadero, trabajando medio día, ya que se dividen las tareas por turnos.
Matías, por ejemplo, ya tiene su moto y está poniendo todo su esfuerzo por tener casa propia. “Es un chico con proyectos”, elogian Aldana y Destefanis.
Los profesionales remarcaron que cada uno recibe un abordaje diferente según los problemas personales y que se busca sostener al pibe en el lugar, para que puedan tener su dinero, adquirir hábitos, valerse por sí mismos y alejarse de los riesgos de estar en la calle.
“Los que dejan lo hacen porque no se pueden adaptar al trabajo y a las reglas de la institución”, explicó Cristian.
Sequeiros, por su lado, hizo hincapié en la posibilidad de superarse a sí mismos.
“Matías lo logró. Hay chicos a los que les cuesta ver otras posibilidades y confiarse a sí mismos. Muchas veces se ven superados por el contexto”, describió.
“Lo ideal es el acompañamiento familiar, es lo mejor pero en muchos casos lamentablemente no se da y eso dificulta el proceso de valerse por sí mismos y superarse”, destacó.
Actualmente, los chicos residen en barrios Felipe Botta, Nicolás Avellaneda y Bello Horizonte.

Más allá de este servicio

Matías Godoy, Luis Heredia y Miguel Scocozza se encontraban trabajando ayer a la mañana en la cooperativa. El lavadero es un proyecto municipal, pero la cooperativa permitió otro trabajo con los pibes. Los encargados sostienen que se logró mejorar mucho la calidad del lavado.
El objetivo de la cooperativa va más allá del lavado de vehículos. Mantener espacios verdes, cadetería y hasta mecánica son metas a futuro, a medida que se incrementen los ingresos.
“Esta es una inversión social”, resaltaron los coordinadores.