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La imagen ayuda a describir la desolación de la familia que habita la casa lindante a la obra |
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“La Municipalidad de Villa María informa, en relación al derrumbe en el inmueble ubicado en calle José Ingenieros 766, que la Dirección de Obras Privadas, dependiente de la Secretaría de Economía y Administración constató que el mismo cuenta con la correspondiente habilitación previa para desarrollar la obra en construcción privada que se encuentra en ejecución”. Ese es el primer párrafo de una nota oficial que expresa la visión del municipio sobre lo acontecido el jueves en ese punto de barrio Almirante Brown.
Desde la dependencia a cargo del arquitecto Trífolo Flores, se dio a conocer además que “oportunamente se hizo la debida constatación del permiso de obra”.
Y se agregó que “ tras el derrumbe, personal municipal labró un acta constatando que se trató de un ‘vicio de obra’ que provocó el desplazamiento del muro de mampostería y posterior caída de la medianera de la vivienda colindante, quedando parte de la loza al descubierto, y se instó al responsable a adoptar las correspondientes medidas de seguridad para evitar nuevos derrumbes”.
La Dirección de Obras Privadas de la comuna señaló que “dentro del mismo procedimiento, se tomó contacto con el ingeniero responsable de la obra, Eliseo Pozzerle, quien presentó el correspondiente informe técnico de los daños provocados”.
Deben acordar una solución por los daños
“El municipio comprobó que en el lugar se habían realizado las tareas de apuntalado, calzado y encadenamiento de la obra. Y ahora el responsable de la obra deberá acordar con el propietario del inmueble colindante la solución de los problemas y daños ocasionados”, agregó la nota oficial.
Como se informó en nuestra edición de ayer, la casa lindante es habitada desde hace cinco años por Alexis Quiñones, remisero de profesión, junto a su esposa Alejandra Jaimes y sus tres hijos, de 12, 10 y 5 años.
Hace alrededor de tres meses una constructora compró la casa de al lado con la intención de construir departamentos y una semana después comenzó la demolición, y con ella, los problemas para la familia Quiñones-Jaimes.
“Comenzaron a demoler muy rápido y sin tener mayores cuidados, y para colmo sin decirnos nada”, relataba Jaimes al cronista de EL DIARIO, para agregar que ya en aquel momento “comenzaron a asomar levemente síntomas de que la cosa no estaba bien".
"Se lo advertimos al encargado de la obra y siguieron trabajando con un poco más de cuidado”, añadía la joven mujer.
“Pero el daño ya estaba hecho”, graficaba su marido.
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