Los orientales, cultores de un rock con gran apoyo en las extensas letras de las canciones, hicieron felices a unos 2.500 asistentes (6.000 para la organización), compuestos no sólo por el perfil habitual de los recitales rockeros, sino también por familias completas, que siguieron el recital cómodamente sentados en sus reposeras situadas sobre el césped de la costa.
Muy cerca del escenario montado en Santa Fe y Bruno Ceballos, los más fanáticos corearon las canciones al pie de la letra, un recurso que la banda trabaja con gran esfuerzo.
El "Cuarteto...", que fue precedido por "Sopló el Fantasma" y otros locales, inició su actuación con "Bipolar" ("Sé que “uno” va sin hache, eso lo que se estila/aunque hay días que me siento el huno como Atila/ y cuando la noche me encandila y me descarrila/vuelvo a ser el último de la fila").
Siguieron con "Nada es gratis en la vida" y, luego de que se detuviera la actuación unos minutos por la rotura de una guitarra, con "Ya no sé qué hacer conmigo".
También se dieron tiempo para bromear con la idea de tomar clases para aprender a tocar un cencerro, elemental instrumento que también utilizaron.
"Me amo" y "Yendo a la casa de Damián" fueron los dos bises que marcaron el final de la presentación. Al saludar para irse, los visitantes dijeron que "hace 25 años que hacemos esto y lo seguiremos haciendo porque no hemos encontrado nada mejor que hacer".
Muchos adolescentes esperaron al grupo uruguayo a la salida para saludarlos y pedirles autógrafos.
Mientras se armaba el espectáculo final le habló al público el vicepresidente de la Universidad Popular, Sebastián Capurro, quien anunció que el ciclo de verano "seguirá durante el año en otros espacios de la ciudad, al igual que haremos con el resto de las artes".
Entre el público, cabe agregar, sobresalieron en lo visual dos grandes carteles contrarios a la megaminería en Famatina y a la Ley Antiterrorista.