- ¿Cuál es el balance que hace tras el veredicto de la Justicia?
- El juicio terminó como esta defensa calculaba que iba a terminar. Este hecho se produjo en un estado de legítima defensa... es decir, si me atacan yo tengo derecho a defenderme. La ley lo prevé en el artículo 34, inciso 6º, del Código Penal. Y es eso lo que el tribunal ha determinado.
- ¿Cómo tomó la reacción de la esposa de Fabre cuando se dio a conocer el fallo?
- Y bueno, era previsible. Esta jovencita ya había reaccionado mal cuando yo estaba pronunciando el alegato... se largó a llorar y a gritar. Primero quiso opinar, pero el tribunal la frenó. Al rato empezó a gritar y tuvieron que retirarla de la sala de audiencias. Fue una crisis de nervios y era una posibilidad cierta que pudiera reaccionar de esa manera.
- ¿Puede haber consecuencias posteriores, es decir que haya algún tipo de venganza con su cliente?
- Creería que no va a ocurrir nada... bueno, espero que no pase nada. Esta mujer tiene que aprender que las cosas se solucionan por la vía legal y no haciendo justicia por mano propia. Estamos en un estado de derecho y tenemos que utilizar el derecho para defendernos y atacar.
- Si Fabre y su esposa hubieran llamado a la Policía aquella mañana ante la presunción de que Perassi era el autor del robo...
- Todo esto se hubiera evitado... es lo que dije en el alegato. A las 6 de la mañana, cuando se dieron cuenta que les habían robado, tendrían que haber hecho lo que hace cualquier persona normal: llamar a la Policía. Pero cuando se quiere hacer justicia por mano propia, evidentemente se termina de esta manera. Como dice el refrán, “el que a hierro mata, a hierro muere”.